Primer Seminario de Jóvenes Investigadores de Ciencias Sociales y Religión -la visión desde los nativos (Parte II)

LaVegaCommunitas y creatividad en el quehacer académico.
Por Darío La Vega.

Dentro de las muchas sensaciones que me dejó el presenciar las ponencias que se presentaron en el Seminario y los aportes que los comentaristas compartieron, me gustaría reflexionar principalmente sobre dos ideas: el espíritu de communitas y la dimensión creativa en el quehacer académico. Durante los dos días en los que se extendió el seminario pude observar que, además de los usuales espacios de sociabilidad académica que se dan en los congresos, existía una nueva manera (para mí, claro) de vínculo. Sin dudas, el número acotado de participantes fue primordial para que surgiese esta nueva manera de vincularse: un diálogo simétrico, generoso y potenciador. Los límites espaciales no influían en la manera de relacionarse. Ponencias, comentarios, breaks, almuerzos. Siempre el vínculo era cordial y generoso por parte de “los mayores”, que no escatimaron consejos, comentarios y respaldo al trabajo de “los menores” que presentaban sus trabajos. En mi caso, que participé como oyente, pude “cargar en mi mochila” los excelentes trabajos que se presentaron: de algunos rescato sus perspectivas, de otros sus marcos teóricos, otros me resultaron muy innovadores y otros con miradas superadoras de temas “clásicos”, pero todos me permitieron repensar y enriquecer mi trabajo. Pero sobre todo, los comentarios a las ponencias me brindaron una aporte inconmensurable y que, siempre generosos y orientadores, planteaban una mirada superadora. Este espíritu de communitas nos permitió la posibilidad de unirnos, de combinarnos y de salir enriquecidos a partir de la interacción con los otros.

Por otro lado, en todo momento se me hacía evidente una dimensión que durante la formación de grado no es planteada, al menos no de manera tan clara. Durante las ponencias y, más aún, en los comentarios, un fantasma recorría el seminario: el fantasma de la creatividad. Durante nuestra formación nos estructuran para pensar de acuerdo a determinados autores o marcos teóricos, nos formatean para coincidir con algunos autores o para criticar a otros, nos enseñan a “estar a la moda” académica. Pero no nos dicen nada sobre la importancia de la creatividad, o mejor, no se fomenta la capacidad creativa. Sabemos que debemos ser innovadores y creativos con nuestros trabajos, pero este espíritu creativo siempre debe ser promovido por fuera de la formación académica: la dimensión creativa siempre depende del potencial del alumno y no es impulsado a partir de los planes de estudios de, al menos, las universidades argentinas. El alto nivel de los trabajos que se expusieron en este seminario (y, sobre todo, sus comentarios) me hacen reflexionar sobre el vacío que existe en los planes de estudio en este sentido.

Otra arista de la creatividad que también apareció es la capacidad creativa de nuestros nativos. Muchas veces para intentar explicar prácticas, procesos o creencias recurrimos a deshilvanar sus historias para encontrar respuestas y olvidamos que también nuestros nativos tienen una dimensión creativa. Olvidamos que nuestros nativos también se pueden alimentar de “sus mayores” y vomitar nuevas ideas.

– Darío La Vega es estudiante avanzado de la Licenciatura en Antropología Social y Cultural de la Universidad Nacional de San Martín.

GaleraUna tribu alrededor del fuego del conocimiento.
Por Cecilia Galera.

Una tribu se reúne alrededor de un gran fuego que late y hace danzar a las sombras. Hay saludos, miradas, intercambios, nervios y alegría por el encuentro. Los más sabios, aquellos con mayor camino recorrido, se suman a la ronda. Hay un aire de respeto y agradecimiento por la generosidad de los consejos que se avecinan. Los jóvenes inician la sesión relatando sus impresiones sobre una ínfima parte del mundo que cautiva su interés. Luego se disponen a ampliar su escucha y dislocar la mirada. Los maestros esperan con parsimonia su turno e imparten sus conocimientos y preguntas habilitando nuevos rumbos. Se arman debates sobre diversos temas, como lanzas arrojadas desde distintos ángulos hacia el centro del fuego, que se reaviva. Por momentos el silencio se impone y las palabras siguen resonando, se suceden destellos de comprensión. Se hace presente que en el diálogo está el crecimiento, que permitiendo el intercambio el conocimiento se amplía, se complejiza y se consolida. La despedida los encuentra agradecidos y sedientos de trabajo. Algunos guías profetizan a viva voz que luego tendrá lugar un gran banquete ritual. Con el tiempo, aquellos más jóvenes deberán comer a sus maestros para así poder transcenderlos y aportar algo más, que sume a este engranaje de fuego y conocimiento.

Esta imagen se me apareció durante el seminario de jóvenes investigadores y quería compartirla. Había algo que nos unía y convocaba, que nos diferenciaba y nos enriquecía. Ser leídos y comentados por personas tan idóneas y que consideramos nuestros referentes, fue un privilegio. La exposición un desafío, necesario para permitir el diálogo, lo compartido, y las devoluciones. Estos encuentros son una inyección de entusiasmo, interés, motivación que contrarrestan, en parte, la soledad del trabajo académico y nos ayudan a profundizar ese saber hacer que vamos construyendo en el camino. Considero sumamente importante el intercambio, con nuestros pares y sobre todo con nuestros maestros que ya tienen una trayectoria y mayor conocimiento sobre el tema. Ser testigos de sus vuelos, de sus inquietudes, de los debates contemporáneos, y sentirnos parte de ese proceso. Darnos voz, apropiarnos de un espacio, compartir lo que cada uno hace, piensa y puede aportar, en la instancia en la que está. Construir colectivamente el conocimiento. Gracias por la oportunidad.

– Cecilia Galera es doctoranda en Ciencias Sociales (UBA) y Becaria Doctoral del CONICET.

CalderonPensar el hecho religioso a partir de la Historia.
Por Ivonne Calderón.

Abocados a compartir los diversos avances investigativos sobre el estudio de las religiones desde las ciencias sociales, se generó durante esa corta pero intensa jornada del I Seminario de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales y Religión un espacio de gran valía para la discusión del qué hacer académico de quienes allí concurrimos, pero fundamentalmente, desde una visión personal, una oportunidad para repensar el papel que está jugando la disciplina histórica en la comprensión de esos fenómenos. En ese sentido, desde mi particular experiencia el encuentro me suscita reflexiones inacabadas en torno de la necesidad de seguir alimentando desde la historiografía los debates frente a los estudios del hecho religioso ¿Solo la Antropología, la Sociología y la Teología (entre otras) están llamadas a comprender las religiones? Cuánto se pudiera enriquecer la interpretación de las experiencias y vivencias religiosas en la sociedad latinoamericana si los historiadores nos insertáramos en esas discusiones que hoy por hoy otras disciplinas continúan desarrollando con fuerza. Desde esa perspectiva el seminario abre una puerta que me inquieta a seguir fraguando interdisciplinariedad y a aprovechar el bagaje teórico metodológico con que pares de otras ciencias sociales están abordando el hecho religioso.

Puedo afirmar que la iniciativa del seminario sentó para mí las bases para la construcción de un escenario de interacción interdisciplinar mucho más amplio, porque permitió abrir las fronteras para ir consolidando redes de estudio entre los jóvenes que han optado por la interpretación de los fenómenos religiosos en algunos países de América Latina. A veces estamos tan solos y distantes batallando en nuestra labor investigativa. Por ello fue realmente gratificante poder compartir los hallazgos de las diversas problemáticas expuestas, no en el formal entorno de los congresos y simposios, sino en un encuentro que fue además lugar de formación, acompañamiento y enriquecimiento desde las críticas y aportes para el desarrollo de los trabajos en curso que fueron allí presentados. En ese sentido, saludo éste tipo de propuestas de formación, integración, socialización y divulgación de nuestras investigaciones que van encontrando finalmente oportunidades para ser discutidas con la riqueza de las prácticas de otros.

– Ivonne Calderón Rodríguez es maestranda en Historia por la Universidad Industrial de Santander, Colombia.

(La primer fotografía fue tomada por Alejandro Frigerio y las dos siguientes por Darío La Vega)

Share
Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
Publicado en Reseñas. Tagged with , .

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *