Salud y persona en el Espiritismo kardeciano en Argentina

(Imagen: C.E. Amor Fraternal)

(Imagen: C.E. Amor Fraternal)

Por Juan Corbetta y Elizabeth Moreno

El espiritismo kardeciano busca ofrecer un amplio panorama filosófico – científico – moral no solo en lo que respecta a la salud y la enfermedad, sino también en la interpretación de la vida humana. En relación a esto último, sobrepasa los límites de la definición materialista o del espiritualismo de las religiones, explicando la dimensión espiritual como un factor natural y no sobrenatural, e incorporando al espíritu y a cuanto a él atañe al proceso de evolución del todo, en concordancia con las leyes naturales.

La noción de salud, enfermedad y sanación en esta doctrina, desde sus orígenes hasta la actualidad, trasciende la idea que sobre ellas tiene el campo médico convencional. La etiología de las enfermedades encuentra sus causas en un conjunto de razones que superan las cuestiones orgánicas. El espiritismo, al igual que otras disciplinas de carácter espiritual y religioso, da cuenta de la enfermedad como un causante de pathos, no sólo desde el aspecto del padecimiento orgánico, sino y principalmente, a todo aquello que el individuo siente y experimenta (como padecimiento existencial) desde lo psíquico y lo espiritual.

Si bien lo ubicamos dentro de las denominadas heterodoxias religiosas, es necesario destacar que encontramos en el mismo una concepción de “religión laica”, cuyos actores aseveran ser una ciencia espiritual más que religión. Dicho cientificismo encuentra su justificación si nos remontamos a la historia misma del espiritismo kardeciano, nacido en la Europa positivista de la segunda mitad del S.XIX, con la aparición del trabajo que codificaría a la disciplina, El libro de los espíritus de Allan Kardec publicado en 1857. Desde ese momento, el movimiento kardeciano ha intentado dar una racionalidad determinada a las experiencias que eran consideradas sobrenaturales, al buscar una respuesta científica a la cuestión de la vida después de la muerte y la existencia de los espíritus. Con esto sugieren que se puede acceder al mundo espiritual mediante la experimentación científica a través de la observación y el conocimiento. Es así, que la mediumnidad (aquellos lazos que sirven para que los espíritus puedan comunicarse con los hombres), fue y es considerada uno de los modos de lograr demostrar la existencia de los espíritus.

Para el espiritismo kardeciano, el estar o sentirse enfermo es producto de variadas condiciones que pueden converger, y que van más allá de razones corporales y del mundo visible del sujeto. En la explicación de la salud y la enfermedad confluyen diversas tecnologías terapéuticas, que se ocupan de distinguir las posibles causas del padecimiento que afectan al individuo. Al igual que ocurre con otras vertientes espiritualistas, la noción de la enfermedad necesariamente debe tomar en cuenta las concepciones sobre el espíritu.

Para el espiritista todo individuo es una confluencia de tres formas genéticas: física, espiritual y periespiritual. La forma física o cuerpo material, es análoga a la de los animales y se encuentra animada por el mismo principio vital. El alma o ser inmaterial, es el espíritu encarnado en el cuerpo, donde éste solo es su envoltura. Y, por último, el lazo o periespíritu, une el espíritu al cuerpo, es un principio intermedio entre la materia y el espíritu, una envoltura semimaterial.  De reencarnación en reencarnación, el espíritu evoluciona en la vida física, y progresivamente un conocimiento moral e intelectual se fija en la memoria, registrando todas las modificaciones del ser.

(Imagen: blog Soy Espirita)

(Imagen: blog Soy Espirita)

Todo lo vivido se inscribe de manera indeleble en el periespíritu, es así que la etiología espírita de la enfermedad encuentra su origen en un desarreglo periespiritual. De este modo, los distintos padecimientos físicos, mentales y emocionales, van dejando marcas en el periespíritu y provocando estos desarreglos que desencadenan en diversas patologías.

La terapéutica magnética fue y aun es, un recurso muy utilizado en materia de sanaciones. La aplicación de pases, la imposición de manos y magnetizar el agua son recursos utilizados para buscar restablecer el equilibrio de las fuerzas vitales. Se considera que la potencia o fluido magnético reside en el hombre, pero la misma aumenta con la acción de los espíritus. Pero la aplicación de pases no se limita a las personas, sino que puede extenderse a espíritus desencarnados que por su condición necesiten del auxilio del pasista, como en el caso de un espíritu obsesor.

Los diversos fenómenos mediúmnicos, fueron el motivo principal para la gran visibilidad que alcanzó el espiritismo en nuestro país para la segunda mitad del S.XIX. Entre éstos, encontramos los de curación, que consiste principalmente en la capacidad del médium, ayudado por algún espíritu guía, de poder curar o aliviar determinado padecimiento, con el tacto, la mirada o un gesto, muchas veces sin la necesidad de la ingesta de medicamento alguno. Una particular forma de curar en la historia del espiritismo argentino, fue la de seguir las directivas de espíritus que en sus encarnaciones habían sido médicos, quienes se incorporaban en médiums parlantes o dictaban las recetas o medicamentos a ser suministrados. En muchos casos se llegó a suprimir los tratamientos dados desde la ciencia médica, para seguir aquellos dictados por el mundo espiritual.

A pesar de que el movimiento kardeciano logró ajustarse al proceso de secularización, por buscar respuestas científicas a la cuestión espiritual, el mayor inconveniente por el que tuvo que atravesar, fueron las grandes persecuciones y el rechazo por parte del Estado, la Iglesia Católica y la Ciencia. Aquellos sujetos que no tuviesen título médico y practicaran diversas terapias de sanación, serían condenados por ejercicio ilegal de la medicina.

Dentro de las diversas medidas anti esotéricas, encontramos el “movimiento higienista”, con renombrados médicos y psiquiatras de la época como Lucio Meléndez, Wilfredo de la Torre, José M. Ramos Mejía, José Ingenieros, etc., todos ellos contrarios a las prácticas espíritas por considerarlas promotoras de patologías mentales. Así, se acuñaron términos como “Delirio Espírita” el cual se concebía como un tipo de delirio sistematizado que podía volverse crónico ante el abuso de dichas prácticas. De este modo, se llevó a cabo una gran campaña para demostrar lo perniciosas que podían ser las actividades espíritas, cuyos centros y médiums (personas histéricas), correspondían en su criterio, a un “choque psicógeno” altamente peligroso para aquellas personas mayormente propensas a adquirir trastornos mentales.

Las polémicas anti-esotéricas, la fuerte persecución desde los organismos estatales y desde el clero, y los desacuerdos internos en cuanto a la mediumnidad curativa, incidieron fuertemente en el campo espírita y lo fueron reconfigurando.

(Imagen: C.E. Amor Fraternal)

(Imagen: C.E. Amor Fraternal)

Hoy en día ya no se habla libremente de curaciones ni mediumnidad curativa, tampoco se recetan medicamentos ni ningún tipo de tratamiento invasivo, sino que se realizan “ayudas fraternas”; “orientaciones espirituales”; “terapias del alma”, denominaciones más acordes a esta nueva reconfiguración. Por lo general, las personas que acuden a un centro espírita, lo hacen por diversas motivaciones, aunque en general, siguen siendo mayormente aquellas destinadas a recuperar la salud propia o de algún familiar o conocido.

Para los espiritistas, toda enfermedad se origina en el periespíritu, por un desequilibrio de fuerzas que lo afecta y repercute en el cuerpo. La misma es identificada por los videntes y expresada a través de la mediumnidad parlante. A diferencia de algunas prácticas del pasado, cuando se trata de enfermedades de carácter orgánico, hay una insistencia en sostener en paralelo y prioritariamente la consulta médica, mientras se pide a los espíritus que influyan fluídicamente.

En las numerosas observaciones y entrevistas realizadas, diversas sociedades nos informaron que más que buscar la cura a los padecimientos de quienes acuden en su ayuda, lo que se procura es lograr determinar el origen de la enfermedad. Es en este punto, donde se sigue marcando la gran diferencia con la ciencia médica. Mientras que la ciencia médica generalmente se basa en los síntomas y el tratamiento de la enfermedad una vez que ésta se manifestó, las terapias espiritistas aportan una respuesta integral al padecimiento, que relaciona lo espiritual con lo social y lo psicológico, y no sólo lo referido a lo orgánico. Así, se organizan sesiones de videncia en donde los médiums perciben los órganos afectados como también las características privadas de los individuos, para lograr determinar la causa del padecimiento. Una vez establecido el diagnóstico, pueden efectuarse algunos de los mecanismos de antaño: pases magnéticos, la ingesta de agua fluidificada, como también el pedido de ayuda al mundo espiritual.

Las imágenes 1 y 3 fueron tomadas del blog del Centro Espírita Amor Fraternal y la 2 del blog Soy Espírita.

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Elizabeth Moreno y Juan Corbetta

Juan Corbetta es sicólogo y Elizabeth Moreno es antropóloga. Ambos son investigadores en el programa "Patrimonio y Creencias" del Museo Roca -Instituto de Investigaciones Históricas.
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