Sobre el concepto de «bienestar» (3): Holismo ma non troppo…

Imagen: Thinkstock

Por Alejandro Frigerio (FLACSO/UCA/CONICET)

En línea con el argumento que desarrolla Rodrigo Toniol, en un trabajo reciente señalé que el aparente potencial de agregación ilimitada de la New Age es producto de un flojo recorte o construcción del objeto de estudio. Somos los académicos quienes agrupamos prácticas  que a nosotros nos parecen Nueva Era desde el sentido común, más que desde una construcción conceptual académica concienzuda y consecuente-. Se hace necesario, por lo tanto, reconocer los distintos esfuerzos ya hechos en pos de una definición operacionalizable y heurísticamente provechosa y a partir de allí realizar un recorte más coherente del objeto de estudio  para comenzar  a pensar de manera más específica y detallada el tipo de incorporaciones (o no), de pasajes y de articulaciones entre los elementos de diversos orígenes religiosos y el movimiento new age. De esta manera se pueden entender mejor las lógicas de la apropiación de la Nueva Era (cómo se constituye como un movimiento socio-religioso específico) y sobre todo, visualizar, entender  y distinguir los límites de esta mezcla o apropiación.

Señalé que era necesario, sobre todo, diferenciar: las apropiaciones (lo que realmente entra dentro del circuito de manera más o menos regular) de los préstamos (los símbolos o imágenes de otras de otras tradiciones que entran, sólo esporádicamente en los bricolages que puedan realizar algunos practicantes) y las influencias que la new age puede ejercer sobre otros grupos religiosos –algunos de cuyos practicantes pueden adoptar un “estilo Nueva Era” (para usar la expresión de Amaral, 1999), pero sin que el grupo religioso afectado en sí mismo entre dentro del circuito de la Nueva Era.

Lo que no entra en la New Age

La capacidad de mezcla de lo que llamamos new age no es infinita ni azarosa –es efectivamente amplia, pero claramente direccionada y por lo tanto también excluyente. En las listas larguísimas de prácticas diversas de la new age que nos gusta armar a los sociólogos o antropólogos nunca están incluídas como parte del circuito Nueva Era el pentecostalismo, la renovación carismática, el espiritismo kardecista, las religiones afro-americanas ni las devociones a santos populares. Podemos tener, si, la difusión de ideas new age hacia dentro de algunos de estos grupos. Sin embargo, esto sería mejor visualizado como una influencia, ya que ni los carismáticos ni los pentecostales pasan a estar dentro del circuito de la Nueva Era en Brasil.  Quizás pueda haber un préstamo de alguna imagen o símbolo afroamericano pero más generalmente como parte del bricolage personal de algunos practicantes que podríamos afirmar pertenecen al circuito new age. Pero estos préstamos son contados, y afectan a sólo un par de deidades afroamericanas (generalmente Changó Macho o Iemanjá) y no a todas ellas. Todos estos grupos mencionados no están dentro del circuito Nueva Era. Casi nadie reivindica como parte de su trayectoria de crecimiento personal haber pasado por alguno de ellos – ciertamente no brindan credenciales new age.

Definiendo la New Age

La confección de un listado de determinadas prácticas religiosas, terapéuticas o esotéricas específicas que constituirían la Nueva Era no es un acercamiento provechoso al tema, en virtud de su variabilidad contextual y temporal y, sobre todo, la falta de una explicación lógica coherente que justifique las inclusiones (y, repito, exclusiones). Más fructífero es identificar las creencias básicas subyacentes que hacen posible un determinado uso conjunto de todas o varias de las mismas. [1]Yoga Uno mismo vivir mas y mejor

En la idea de una “matriz”  o “gramática generativa de sentido” (De la Torre 2013) o de un “marco interpretativo” propio a quienes participan del  movimiento (Carozzi, 2000) está la pista para aprehender, con mayor valor heurístico, el carácter y originalidad de la Nueva Era como un movimiento socio-religioso. La especificidad de la new age no se entiende tanto a través de un listado de distintas prácticas religiosas/terapéuticas específicas que la componen, sino como un marco interpretativo que permite que un individuo las utilice de manera secuencial o simultánea (Carozzi, 2000) o como una gramática interna que los recombina y les da sentido en un circuito determinado. No es la mera mezcla de determinados elementos (orientales, étnicos) sino su re-semantización (como señala De La Torre XX) de acuerdo a determinados principios rectores de esta nueva configuración.

Siguiendo principalmente los aportes de Carozzi, pero en diálogo también con De La Torre y Magnani, propongo tres núcleos de ideas como centrales para una mejor comprensión del marco interpretativo que subyace al movimiento de la Nueva Era y que permiten entender sus lógicas de apropiación (o no) de distintas tradiciones espirituales.[2]

1. Primer núcleo de ideas del marco interpretativo: el self sagrado

Siguiendo a Heelas (1996) y a Carozzi (2000), considero que el núcleo principal de ideas del marco interpretativo de la Nueva Era –que mejor permite construirla como un objeto de estudio claramente distinguible de otros que le son afines, o de otras prácticas que estarían más bien en su periferia- está comprendido por los siguientes postulados:

– La idea de la existencia de una chispa divina o un “self sagradodentro de cada individuo.
– La idea de desarrollo espiritual,  como modo de contactarse con o manifestar ese sacred self, eliminando las barreras del “ego cotidiano” que lo ocultan.
– Dentro de una cosmovisión holista que postula relaciones necesarias entre ese sacred self, la naturaleza y el cosmos –de modo tal que el desarrollo o la transformación en uno afecta a los demás.

La idea de “un interior bueno y sagrado” (Carozzi, 2000) que es necesario contactar o manifestar por distintas prácticas y técnicas es clave para distinguir una cosmovisión new age de otras que también pueden ser holistas pero que partirían de una noción de persona más acorde con la vigente en sociedades tradicionales y no, como la de la Nueva Era, especialmente apropiada para sectores medios ilustrados urbanos (Campbell, 1978; Heelas, 1996; Gutiérrez Zúñiga, 1996; Carozzi, 2000; Viotti, 2011).

2. Segundo núcleo de ideas del marco interpretativo: la circulación permanente

En su concienzuda caracterización del marco interpretativo de la Nueva Era, Carozzi (2000) hace hincapié en otra serie de rasgos que la identificarían y que podríamos considerar como un segundo núcleo -no por menos importantes, sino porque las primeras serían las proposiciones más generales respecto del carácter de lo sagrado, mientras que este segundo grupo explicarían más bien elementos organizacionales claves de la Nueva Era. Principalmente, permiten entender la lógica detrás de la circulación a través de un circuito de diferentes prácticas –o, quizás mejor, la puesta en relación de diferentes prácticas a través de la creación de un circuito conformado por quienes poseen, en mayor o menor medida, este marco interpretativo de la realidad religiosa. [3] Si el circuito es la mejor expresión organizativa de la Nueva Era –el sustrato organizativo que la ancla, según Magnani (1999)- este segundo núcleo de características permite comprender su creación y mantenimiento. [4]

disfruta placer naturalComo un segundo núcleo de características de la Nueva Era, que explicarían principalmente sus formas de organización social encontramos:

– La afirmación de la autonomía del sujeto, que se expresa en
– la valoración de la circulación permanente y
– el continuo establecimiento de relaciones efímeras y cambiantes y el otorgamiento a las mismas de un rol central en la transformación positiva, individual y colectiva  (todas en Carozzi, 2000:146, y más desarrolladas en Carozzi, 1999b y 2004).

Si el primer set de características define de manera más precisa el perfil de creencias básicas subyacente, éste justifica otro rasgo fundamental de la Nueva Era que es la circulación por diferentes grupos, talleres, especialistas. [5] Es esta circulación lo que hace a la Nueva Era tan difícil de asir –no es tan sólo una self religion porque se intenta desarrollar o manifestar una chispa interior divina, sino también porque el individuo (y no un grupo religioso determinado) es el árbitro último de qué prácticas funcionan para él.  El énfasis en la especificidad individual y la multiplicidad de caminos separa o diferencia a la Nueva Era de los grupos de practicantes de religiones orientales presentes en Occidente que suelen considerar absolutamente necesario (aún cuando no lo enfaticen en discursos públicos) la permanencia dentro del propio grupo o el trabajo bajo la supervisión de un único gurú. En el uso Nueva Era de estas religiones, la circulación a través de los diferentes grupos no sólo está positivamente valorada sino que es un requisito indispensable para el desarrollo espiritual.

3. Tercer núcleo de ideas del marco interpretativo: valoración positiva de las alteridades

Para entender los límites a las apropiaciones Nueva Era, resulta útil distinguir un tercer núcleo de ideas propio de su marco interpretativo, relacionado principalmente con las ideas del Otro (étnico y religioso, pero también respecto de otras minorías dentro de Occidente) que guían la preferencia por determinadas prácticas religioso/terapéuticas en detrimento de otras posibles. Principalmente, como señala Carozzi (2000: 146):

-la valoración de la supresión de las jerarquías de poder establecidas o su inversión y
– la valoración de la naturaleza y el papel de la conexión del individuo con ella, como motores de la evolución individual y la transformación positiva de la humanidad.
y, agrego:
– la valoración de determinados grupos étnicos como portadores de cosmovisiones holistas y ecológicamente sabias, así como de tecnologías del yo que permitirían el desarrollo del yo sagrado individual.

No son las disciplinas sino la forma en que se usan y conciben

Este uso new age se diferencia de otros que se pueden hacer de las mismas prácticas –que no sería new age. Existen versiones Nueva Era de la astrología y el tarot y versiones que no lo son (Melton, 1992; Carozzi, 1995). Se pueden hacer usos Nueva Era de los servicios de un shaman como también absolutamente mágico-curanderiles. [6] En este último caso, sólo se buscará una cura física, en el primero, una sanación conceptualizada de manera más holista e integral que llevaría a una evolución de la conciencia. También se puede utilizar, por ejemplo, el budismo zen de una manera new age (como una herramienta más en el variado kit espiritual que se despliega para el desarrollo de la conciencia) o, por el contrario, como un nuevo movimiento religioso (o una secta, en el sentido sociológico y no valorativo del término) a la que el practicante se integra como camino exclusivo y único hacia el satori.

Por lo tanto, el reconocimiento de estas características centrales es lo que hace que puedan existir versiones  new age de los horóscopos, del tarot, del shamanismo –que se diferencian de otras formas cotidianas de estos géneros. En la versión new age, se utilizan como una forma de conocimiento y transformación personal –no como meras técnicas de adivinación del futuro o de curación de dolencias físicas. De manera similar, se podría decir que una disciplina comúnmente asociada con la Nueva Era como el reiki también tiene usos que no correspondería entender como pertinentes a ella, como cuando se emplea esta práctica tan sólo para curar una dolencia especifica. Inclusive, un individuo puede hacer un uso no Nueva Era del reiki aún cuando el practicante que lo ofrece sí detente un marco interpretativo claramente ligado a la misma.

Finalmente, el bienestarhealth club resort-1

El concepto de «bienestar» enfatizado en la propuesta de Rodrigo Toniol sirve para poner de relieve la manera en que muchas de las disciplinas que se considera que pertenecen a, o son características de, la Nueva Era pueden ser reconceptualizadas desde otro marco interpretativo (diferente al aquí propuesto para la Nueva Era) y por lo tanto utilizadas como parte de un circuito diferente al de la Nueva Era -que puede tener algunos puntos de contacto con la misma, pero son menos relevantes de lo que puede parecer a primera vista.

Propongo que el concepto de «bienestar» resulta particularmente apropiado para cuando estas disciplinas son puestas a favor de una propuesta holista de la salud, pero en un grado menor del que caracteriza a la Nueva Era, ya que la idea de bienestar parece enfatizar primordialmente la integración mente-cuerpo (y no tanto, como en la Nueva Era, la de self sagrado-mente-cuerpo). Para los interesados en el «bienestar», él énfasis en la idea de un self sagrado y de un desarrollo espiritual son apenas tangenciales y se ven eclipsados por la búsqueda principal de la salud (apenas de) de la mente-cuerpo. Es una visión mas secularizada, si se quiere, de la Nueva Era. Sigue teniendo algunos puntos de contacto con la misma -especialmente en lo que se refiere a la exoticidad necesaria de las prácticas, ya que tampoco entran en este «circuito de bienestar» ni el pentecostalismo, ni las religiones afro, ni la renovación carismática, etc. y sí principalmente las disciplinas de origen oriental o en ocasiones (muchas menos) algunas prácticas religiones indígenas.

La búsqueda no sería tanto de una experiencia iluminatoria trascendental sino una sensación de bienestar, integrativa, si, pero en un plano más terrenal. Aqui también, como en el caso del circuito de la Nueva Era, habrá diferencias entre los practicantes (algunos más «espirituales» y otros menos) pero es claro que el ámbito apropiado de estas experiencias es más el spa, el gimnasio o algunos servicios de salud que los ashrams y los talleres espirituales propios de la Nueva Era.

Notas

[1]  Este párrafo de un trabajo de York (2001: 363) brinda una idea de los limitados alcances de las definiciones substantivas: “La Nueva Era es un fenómeno difícil de describir, y aún más de evaluar. Ha sido resumida como “una mezcla de religiones paganas, filosofías orientales y fenómenos esotéricos/síquicos” (York, 1995: 34). Williams Sims Bainbridge señala que las formas de movimientos religiosos más cercanamente asociadas con la Nueva Era son esotéricas, neopaganas y orientales (Bainbridge, 1997: 386). Para Hildegard Van Hove, el campo de la Nueva Era-espiritualidad alternativa es una inspirada y ecléctica mezcla de religiones orientales, de tradiciones esotéricas occidentales y sicología, en ocasiones más integrada que en otras (Van Hove, 1999). Para el crítico literario Harold Bloom, sin embargo, la Nueva Era  sencillamente sería “una incesantemente entretenida saturnalia de deseos mal definidos” (Bloom, 1996: 18)”.

[2] Sigo el detallado esquema que provee Carozzi (2000), pero a partir de un reagrupamiento propio de su listado de rasgos en tres núcleos que, a los efectos de este trabajo, considero especialmente relevantes.

[3] Como señala Carozzi (2000) hay un efecto circular autoperpetuante. El circuito no sólo se constituye porque algunos individuos poseen este marco interpretativo, sino que la participación en el mismo lleva a su adopción. Los nuevos significados no sólo provienen de discursos sino también de (inter)acciones sociales.

[4] Es claro que esta división en núcleos de características es meramente heurística. La enfatizo porque el primer núcleo permite diferenciar mejor a las prácticas Nueva Era de otras similares pero que carecen de la visión de un self sagrado (generalmente, prácticas más tradicionales), y el segundo, de otras que sí lo comparten pero que no poseen un énfasis en la circulación sino más bien de la permanencia dentro de determinados grupos (orientalistas, por ejemplo). El tercero es especialmente pertinente para la comprensión de las apropiaciones selectivas de tradiciones religiosas no occidentales.

[5] “El complejo alternativo informado por las ideas de la Nueva Era, puede ser considerado como el producto de la aplicación de esta dirección de cambio antiautoritaria/autonómica al campo terapéutico alternativo, psicoterapéutico, esotérico y religioso. (…) El sesgo antiautoritario/autonómico de la nueva era ha sido señalado tanto por York (1995) como por Heelas (1996) para los Estados Unidos e Inglaterra y por Russo al referirse al complejo alternativo en Brasil (Russo, 1993: 186 y ss.)”. (Carozzi, 1999b:20)

[6] Como bien señala De la Torre (2006: 39), hay que diferenciar entre “una oferta new age y una neoesotérica, con contenidos diferenciados y dirigidas a consumidores diversos”. Una misma disciplina espiritual puede tener contenidos, énfasis y finalidades diferentes de acuerdo a su orientación hacia uno u otro circuito.

Para las citas de los autores, ver mi artículo en el libro «Variaciones y apropiaciones latinoamericanas del New Age», editado por Renée de la Torre, Cristina Gutiérrez Zúñiga y Nahayeilli Juárez Huet. CIESAS/El Colegio de Jalisco-Ediciones de la Casa Chata. México, 2013.

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Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
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