¿Qué hay en la (palabra) macumba?

«Macumba» – Emiliano Di Cavalcanti (1958)

 

En el famoso capítulo 7 de Macunaíma, Mário de Andrade describe la visita del «héroe sin ningún carácter» a una macumba para Exu realizada en el terreiro de Tia Ciata. Al final del capítulo, Mário menciona algunos de los macumbeiros presentes en la gira: Jayme Ovalle, Manuel Bandeira, Blaise Cendrars, Ascenso Ferreira, Raul Bopp, Geraldo Barrozo do Amaral y Antonio Bento. Pocos años después de la publicación de Macunaíma, Cecília Meireles exhibió sus dibujos de la colección «Batuque, Samba y Macumba» en el Salão de la Pró-Arte, en Río de Janeiro. Criada en el barrio de Estácio de Sá, cuna del samba urbano de Río y con una importante concentración de umbanda terreiros de umbanda, Cecília brindó al año siguiente una serie de conferencias sobre el tema en Portugal.

En la misma época, la expresión «macumba» llegaba con fuerza a la naciente industria discográfica brasileña. En octubre de 1930, por ejemplo, Eloi Antero Dias (Mano Eloi) y Getúlio Marinho («Amor» de Estácio) grabaron, acompañados por el Conjunto Africano, la canción «Macumba (Ponto de Ogum)». En agosto de 1940, el alufá José Espinguela grabó las pistas «Macumba de Oxóssi» y «Macumba de Iansã», lanzadas en el álbum Native Brazilian Music.

Los ejemplos anteriores registran el uso corriente de la expresión «macumba» para referirse, muy a menudo y especialmente en Río de Janeiro, a los cantos y encuentros litúrgicos brasileros de origen africano.

Recientemente, varios practicantes de religiones brasileñas con fundamentos afro-amerindios, en la justa lucha contra los prejuicios religiosos en tiempos difíciles, comenzaron a compartir en las redes sociales la información de que la palabra «macumba» designa un instrumento de percusión africano, y no un ritual sagrado. Según quienes adhirieron a esta corriente, el uso del término en sentido litúrgico es erróneo y peyorativo.

La preocupación actual de los religiosos con el uso peyorativo de la expresión se debe, por supuesto, a la carga de prejuicios que se le atribuye en un país estructuralmente racista. La descalificación de los cultos no cristianos suele ir acompañada de adjetivos como «bárbaros», «folklóricos» o «pintorescos». Estarían desprovistos de fundamentos complejos y serían incapaces de producir cosmogonías y visiones del mundo que vayan más allá del límite de las prácticas curativas, simpatías, hechizos, etc.

En el libro «Piel negra, máscaras blancas», Frantz Fanon llama la atención sobre un hecho: el racismo heredado del colonialismo se manifiesta explícitamente a través del sesgo de las características físicas, pero no sólo de esta manera. La discriminación también se establece por la inferiorización de los bienes simbólicos de aquellos a quienes el colonialismo intenta someter: creencias, bailes, cosmovisiones, formas de celebrar la vida, de enterrar a los muertos, de educar a los niños, etc.

El discurso del colonizador europeo sobre los pueblos indígenas y africanos consagró la idea de que éstos serían naturalmente atrasados y desprovistos de historia. Solo los elementos externos a ellos -la ciencia, el cristianismo, la democracia representativa, la economía de mercado, la escuela occidental- podrían insertarlos en lo que imaginamos ser una Historia (con mayúscula) de la humanidad.

Es dentro de esta tensión normativa que se encuentra la mayor de las perversidades: el discurso canónico intenta convencer a los inferiorizados de la supuesta supremacía natural de algunos conocimientos. De manera devastadoramente refinada, incluso en el campo emocional, hace que la víctima potencial internalice, como una verdad absoluta, la visión que lo inferioriza. Creo que el prejuicio contra la macumba y el repudio al adjetivo «macumbeiro» son parte de esta ingeniosa red de racismo brasileño.

El instrumento «macumba» es una especie de reco-reco tocado con dos palitos, uno haciendo el bajo y el otro, el alto. El término probablemente se origina en la palabra de idioma congolés (quimbundo) «mukumbu», que significa «sonido». Fue relativamente popular en la época de los pioneros del samba, y João da Baiana a menudo mencionaba su importancia. Macumbeiro, por lo tanto, es el instrumentista que toca la macumba. Pero es sólo eso? Macumba es un instrumento, sin duda, pero también designa un conjunto de rituales religiosos resultantes de la amalgama tensa e intensa de los ritos ancestrales de los bantúes, calundus, pajelanças, catimbós, casas de encantados, cabocladas, adoración de los orishas yorubanos, éxtasis del catolicismo popular, espiritismos y similares. La confusión entre el instrumento y las prácticas religiosas se debe, probablemente, a un problema comprensible de etimología.

El gran filólogo y etimólogo Antenor Nascentes, en su «Dicionário etimológico da lingua portuguesa», sigue a Raymundo Jacques (quien escribió la obra de referencia «O elemento afronegro na língua portuguesa» en 1933) y afirma que «macumba», en el sentido de los ritos, proviene del quimbundo «dikumba» – «candado» o «cerradura» -, refiriéndose a ceremonias secretas para cerrar los cuerpos. Nei Lopes, un profundo experto en el tema y autor del «Dicionário Bantu do Brasil», argumenta que el término proviene del quicongo «kumba – «hechicero» (el prefijo ma, en quicongo, forma el plural). Otros expertos indican que el origen es realmente este último, como señala Robert Slenes en su estudio del jongo.

La expresión «macumba», entonces, puede designar tanto una especie de reco-reco como ceremonias religiosas. La etimología, sin embargo, sería diferente en los dos casos: el primer significado deriva del quimbundu y el segundo, del quicongo.

Para que los lectores vean cuán compleja es la etimología de los idiomas bantúes, doy algunos ejemplos más. Mientras que kumba, en quicongo, es un «hechicero», en umbundo designa tanto al conjunto de sirvientes domésticos como a un grupo de familiares que viven en una misma quinta. Kumbi, en el quimbundu, es «sol». En quioco, una lengua que también forma el plural con el prefijo ma, es «saltamontes»; makumbi, por lo tanto, designa una bandada de saltamontes o langostas. El complejo cultural bantú, expresado en la sofisticación y variedad de sus idiomas, desafía y anula la visión producida por el colonialismo de que África es una unidad.

Macumba, estrictamente hablando, es una palabra en disputa. Recientemente entré en esta disputa y escribí un breve texto definiéndome como un macumbeiro y presentando lo que significa la expresión en una especie de diccionario privado y fabuloso que escribo sin prisa. Cito:

«Macumbeiro: definición de carácter lúdico y político que subvierte los significados prejuiciosos atribuidos por todos lados al término repudiado y admite impurezas, contradicciones y borraduras como fundantes de una forma encantada de enfrentar y leer el mundo al ampliar sus gramáticas. El macumbeiro reconoce la plenitud de la belleza, la sofisticación y la alteridad entre las personas. La expresión «macumba» probablemente proviene del kumba quicongo, «hechicero».

Kumba también designa a los encantadores de las palabras, los poetas. Macumba sería entonces la tierra de los poetas de los hechizos; los encantadores de cuerpos y palabras que pueden azotar y sofocar la razón intransigente y proponer formas plurales de reexistencia y «desencuadramiento» (descacetamento) urgente mediante la radicalidad del encanto, en medio de las enfermedades generadas por la rectitud castradora del mundo como experiencia singular de muerte «.

Publicado originalmente en portugués en la revista Serrote #27

Foto de la ceremonia: Fiesta de Exú en lo del babalorixá Walter de Oxalá (por Alejandro Frigerio)

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Luiz Antonio Simas

Luiz Antonio Simas

Luiz Antônio Simas es profesor de historia, y mestre en Historia Social por la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Entre varios otros libros, es autor de "Dicionário de História Social do Samba" (2015), con Nei Lopes y de "Coisas Nossas " (2017).
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