Reflexividad en rituales: nuevas miradas

Rosario de la Santa Muerte. Tepito, México. Foto: Alejandro Frigerio.

 

Por Emma Gobbin – Université Paris 8, Francia

En este breve texto me propongo renovar una línea de investigación desarrollada alrededor del vínculo complejo y variable que existe entre el ritual y la reflexividad, centrándome en las actitudes reflexivas que los especialistas religiosos adoptan hacia sus prácticas ceremoniales,. Luego de una tendencia antropológica centrada en el estudio del ritual «en sí mismo y para sí mismo» (Lévi-Strauss 1971) o «por derecho propio» (Handelman y Lindquist 2005; Kapferer 2004), varios trabajos han subrayado la importancia de formas de reflexividad inherentes a la acción ritual (por ejemplo, Bonhomme 2005; Højb-jerg 2002a, 2002c, 2007; Houseman 2002, 2012; Severi 2002). Posteriormente denominado «reflexividad interna» (Højbjerg 2007) o, en una síntesis reciente, «reflexividad derivada» (Rozenberg 2011), se ha demostrado que esta reflexividad del ritual depende de las dinámicas internas, de cualidades reflejantes, a través de las cuales el ritual (re)moldea al individuo y las identidades colectivas.

Este tipo de reflexividad ha sido considerada como un factor importante en el «funcionamiento» del ritual y en su eficacia formal, independientemente de la naturaleza iniciática, chamánica, adivinatoria o incluso secular de los rituales involucrados (por ejemplo, Handelman 1990). Hasta el momento, sin embargo, han recibido menos atención otras formas concomitantes de reflexividad ritual relacionadas con la forma en que los participantes cuestionan, (re)evalúan y (re)piensan sus prácticas ceremoniales, no solo antes y después de realizarlas, sino también in situ, en el curso de los propios rituales. De hecho, tanto las manifestaciones empíricas de lo que llamaremos «reflexividad crítica» como el papel que desempeñan en la economía formal del desempeño ritual han permanecido mayormente sin examinar.

Tomando en cuenta varios estudios de casos empíricos que abordan estos temas, podemos proponer la idea de que esta dinámica reflexiva se deriva del proceso ritual en sí mismo y puede entenderse como una consecuencia de aspectos poco explorados de la reflexividad interna. Apuntamos, en particular, a mitigar la tendencia persistente de relegar las críticas hacia la actividad ritual a algún lugar fuera del estricto «marco» ritual (sensu Bateson 1956, 1972; Handelman 1992; Kreinath 2012) o a algunas dinámicas que le son externas.

Aniversario de la muerte de la Hermana Irma. Cementerio de la Chacarita, Buenos Aires. Foto: Alejandro Frigerio

 

Enmarcando (framing) la reflexividad crítica

Los académicos han evocado a menudo la idea de la reflexividad ritual (o religiosa) de manera genérica para referirse a situaciones en las que quienes realizan los ceremoniales -o los ‘creyentes’- reflexionan sobre sí mismos, sus ideas y / o sus acciones (Babcock 1980; Højbjerg 2002c ) Incluyendo una gran variedad de fenómenos bajo este rubro, han dotado al término de una gran polisemia, asociándola con dinámicas ubicadas en una variedad de niveles diferentes. Al introducir la noción de reflexividad crítica, esperamos entender mejor algunas de las formas en que funciona la reflexividad ritual y, sobre todo, arrojar luz sobre algunas de sus dimensiones que fueron pasadas por alto en análisis previos.

Sobre la reflexividad «externa»: algunas precisiones

En los últimos años, algunos especialistas en rituales han tomado en serio la idea de que la religión y, en términos más generales, los rituales están sujetos a evaluación y negociación por parte de quienes los realizan, algo que el fundador del amplio campo transdisciplinario de estudios rituales ha denominado «crítica ritual» (ritual criticism) (Grimes 1990). De esta manera, tanto la antropología de la religión como los estudios rituales han ayudado a documentar aspectos de la actividad ceremonial relacionados con la reflexividad crítica, que se entiende como una dinámica a menudo discursiva a través de la cual los participantes rituales (re)evalúan críticamente, a veces ajustan, sus prácticas ceremoniales.

Resonando con estudios anteriores que enfatizan la naturaleza ‘flexible’ y evolutiva de los rituales (por ejemplo, Bell 1992; Goody 1996), varios autores han enfatizado, por ejemplo, cómo la dinámica del ritual y el cambio religioso dependen de formas reflexivas, a veces conflictivas, de pensamiento crítico sobre la práctica ritual, estimulada por contextos sociohistóricos cambiantes (por ejemplo, Brown 2003; Colas y Tarabout 2006; Højbjerg 2007; Hüsken y Neubert 2012; Kreinath et al. 2004; Schilderman 2007). Otros han intentado comprender cómo la evaluación crítica determina ajustes ad hoc, variaciones que ocurren de una performance ritual a la siguiente, y procesos más abarcativos o radicales de creación y/o invención ritual que tienen lugar en contextos religiosos o seculares más amplios (Gobin et al. 2016).  Otros más, especialmente en las tradiciones cristianas, han enfatizado cómo la duda y el cuestionamiento reflexivo son parte de la experiencia religiosa y pueden desarrollarse junto con la práctica institucionalizada (por ejemplo, Claverie y Fedele 2014; Coleman 2009; Kaell y Hardin 2016).

En general, sin embargo, debido a que la mayoría de estos estudios abordan el ritual como una herramienta o una arena que permite la negociación de cuestiones sociales y / o (micro)políticas más amplias, a menudo reducen la reflexividad crítica a los procesos mediante los cuales los participantes están involucrados en manipular, adaptar y repensar  el ritual de acuerdo con determinadas agendas personales o colectivas (Rozenberg 2011). Como resultado, con pocas excepciones, tienden a tratar a la reflexividad crítica como formas de lo que Christian K. Højbjerg (2002a: 58) llamó «reflexividad ritual externa o extrínseca», definida como tal porque es «generada por eventos que deben considerarse externos a la acción ritual».

Explorar cómo se ponen en práctica las dinámicas reflexivas críticas dentro del marco ritual, y documentar cómo sus formas, contextos y modos de operación están vinculados a dimensiones internas, incluso estructurales del ritual, es proponer un cambio de perspectiva. Ciertamente, los enfoques analíticos del ritual centrados en la performance han enfatizado el grado en que la crítica permea regularmente el «círculo interno de la representación ritual» (Grimes 1988b: 217). Algunos incluso han señalado que esto puede estar relacionado con una dinámica «virtual» interna que depende de las dimensiones tecnológicas o mecánicas de los rituales (Kapferer 2004, 2006), y / o que pueden surgir críticas en relación con formas de incertidumbre inducidas por las características formales del ritual en sí (Howe 2000). Sin embargo, con raras excepciones, la mayoría de los autores han relacionado dicha dinámica reflexiva ya sea con situaciones de ‘fracaso ritual’ (Hüsken 2007; McClymond 2016; Oustinova-Stjepanovic 2017; Schieffelin 1996), y por lo tanto con la política ritual, o con la noción de que la negociación ritual se deriva principalmente de las desviaciones de comportamiento en curso o de la brecha que separa las reglas abstractas de un rito y su actualización en contextos situados.

Aunque las dimensiones performativas del ritual indudablemente favorecen la reflexividad crítica entre quienes participantes en él, es preciso profundizar en cómo, concomitante o alternativamente, dicha reflexividad puede ser estimulada e incluso institucionalizada por las características del diseño de los propios rituales, es decir, por la formalidad ritual. Desde este punto de vista, ha resultado útil combinar lo que generalmente se consideran perspectivas antagónicas: un enfoque performativo y pragmático de los eventos rituales y uno más normativo o «textual» (text-based). Permítanme agregar que la expresión «enfoque textual» (text-based) como una perspectiva que enfatiza la importancia analítica de las reglas -o guiones- generales explícitos o implícitos debe entenderse en el sentido más amplio posible, que la asimile también a lo que la antropología generalmente ha denominado como las «tradiciones orales».

Un intento por articular estos puntos de vista opuestos puede parecer analíticamente algo peligroso. Sin embargo, también se puede estar de acuerdo con quienes han argumentado que estas dos perspectivas pueden ser complementarias en lugar de excluirse mutuamente (por ejemplo, Howe 2000). Partiendo de la idea de que la reflexividad crítica puede ser sostenida por la naturaleza misma del ritual (Kapferer 1984: 180) y que puede involucrar características organizativas y morfológicas del ritual previamente ignoradas, el enfoque aquí propuesto entra en diálogo entonces con otra línea de análisis que se focaliza directamente en formas de lo que se ha llamado la ‘reflexividad interna’ del ritual.

Ceremonia de Batuque en lo del Babá Gustavo de Oxalá. Buenos Aires. Foto: Alejandro Frigerio.

 

La acción ritual y la reflexividad intrínseca

En línea con ciertos trabajos pioneros y de alto impacto (por ejemplo, Rappaport 1999; Staal 1979), varios estudios realizados en el marco de un enfoque formalista han enfatizado el grado en que el ritual religioso (y el ritual en general) es una forma distintiva de la acción en base a reglas estandarizadas, independientemente de lo que los actores puedan decir y pensar sobre ellas (por ejemplo, Houseman y Severi 1998; Humphrey y Laidlaw 1994). Estos estudios, que influenciaron otros trabajos (por ejemplo, Kapferer 2006), también han abogado por una comprensión del ritual que fuera más allá de los problemas del significado o de la función social. Dentro de esta perspectiva general, algunos autores han descripto las formas de reflexividad como intrínsecas al comportamiento ritual, es decir, como una cualidad de los actos rituales en sí mismos y no de sus agentes. Dependiendo de sus inclinaciones teóricas, los académicos han vinculado estas formas a patrones de relación e interacción (Bonhomme 2005; Houseman 2002, 2012), procesos de autorrepresentación (Handelman 1990; Severi 2002) y / o marcos cognitivos de transmisión cultural (Højbjerg 2002a; Whitehouse 2002).

Sin embargo, en estos trabajos, el análisis de las formas de reflexividad en o sobre los rituales ha sido más o menos descartado por fusionarse con el de las exégesis locales, a veces contradictorias y externas, que rodean las representaciones rituales. Debido a que estos autores consideran que tales esfuerzos reflexivos se despliegan circunstancialmente fuera del marco ritual, como comentarios post hoc o ‘adiciones’ al desempeño ritual en sí mismo (por ejemplo, Humphrey y Laidlaw 1994; Severi 2002: 27), tienden a tratarlos como un epifenómeno de la acción ritual, como extrínseca a ella y, por lo tanto, superflua a una comprensión estructural o formal del funcionamiento interno del ritual.

Muchos de quienes simpatizan con un enfoque formalista del ritual, desconfían a la vez de la idea monolítica de que todo discurso no «litúrgico» es necesariamente incidental a la acción ritual. Sus estudios de casos originales les permiten señalar el hecho -frecuentemente descuidado- de que en varios contextos religiosos o culturales, independientemente de si están «centrados en la performance» o «centrados en la liturgia», para usar la famosa distinción de Atkinson (1989),  a menudo se requiere que los especialistas en rituales y los participantes adopten actitudes distantes y reflexivas hacia sus prácticas ceremoniales mientras se involucran en ellas a menudo de maneras prescriptas y reconocidas colectivamente.

Al explorar tales situaciones, nuestro objetivo es abordar varios problemas relacionados. La hipótesis principal es que la reflexividad crítica puede verse como un aspecto constitutivo de la acción ritual. Si esto es así, el estudio de las formas que toma debería permitir una nueva comprensión de la dialéctica que conecta de manera virtual y real el funcionamiento interno del ritual y la reflexividad de sus actores. Específicamente, ¿cómo, a la luz de esta hipótesis, la reflexividad en o sobre el ritual (en relación con la reflexividad del ritual mencionado anteriormente) conecta diferentes niveles de experiencia ritual y compromiso? ¿Cómo podría esa perspectiva permitirnos repensar la interacción de las reglas rituales y su implementación concreta? En otras palabras, ¿cómo nos impulsa a reevaluar la conexión entre la acción ritual y la reflexión sobre esta acción en el curso de la performance ritual? Y, por último, si la reflexividad crítica se lleva a cabo bajo condiciones reguladas tanto dentro como fuera del marco ritual, ¿qué nos dice esto sobre los vínculos entre la dinámica interna y externa del ritual y la performance religiosa?

Vesak -Baño del Buda. Buenos Aires. Foto: Alejandro Frigerio.

 

Dos nuevos temas sobre los cuales pensar

Para esbozar respuestas a estas preguntas, es necesario considerar dos temas de análisis interconectados -permítanme resumir brevemente los problemas que plantean.

Enfrentando lo (im)predecible o la institucionalización de la reflexividad

Una línea de investigación empírica y analítica llama la atención sobre secuencias rituales o episodios institucionalizados a menudo no reconocidas, que inspiran o incluso imponen la evaluación sistemática de la acción ceremonial de la que forman parte. Estos procedimientos formalizados en los que los rituales incorporan la reflexividad de una manera estructural, situando así la reflexividad en los rituales o la reflexividad crítica «dentro de su propio alcance» (Severi 2002: 27; ver también Højbjerg 2002c: 6), se presentan en una variedad de formas. Pueden ser parte de escenarios rituales, ocurriendo como secuencias ubicadas en el núcleo del proceso ritual y cuya tarea es necesaria para que se lleve a cabo el rito (ver el trabajo de Daugey).

También pueden suceder inmediatamente después de los momentos más cruciales del ritual, pero sin embargo dentro de su ‘marco’, de una manera que implique que el ritual en cuestión no está del todo completo sin ellos (ver las contribuciones de Teisenhoffer y, en cierta medida, de Sihlé). Al hacer que los participantes y los expertos rituales cuestionen la corrección, la eficacia y otros aspectos de sus prácticas, configuraciones como estas tornan rutinarias las actitudes críticas de los participantes hacia las performances rituales desde dentro del propio ritual. En otras situaciones, estas rutinas, aunque no siempre proceden de reglas estipuladas, pueden suceder regularmente como resultado de las características organizativas del ritual, debido a, por ejemplo, la opacidad intrínseca o la incertidumbre de ciertos procedimientos ceremoniales.

En estas situaciones, la reflexividad crítica parece ser menos circunstancial de lo que uno podría pensar. Tener en cuenta tales situaciones nos permite arrojar luz sobre cómo las actitudes críticas hacia el ritual se realizan como formas de reflexividad interna o intrínseca, es decir, según lo determinado por la implementación de las reglas del rito. Si ciertas reglas rituales prescriben actos ‘canónicos’ (Humphrey y Laidlaw 1994; Rappaport 1999), parecería que en algunos casos también implican formas en que se puede tomar distancia de tales actos para poder hablar sobre ellos in situ, en una forma no litúrgica, aunque obviamente formalmente restringida. Así crean, potencialmente, una tensión reflexiva dentro de la propia acción ritual y permiten una compleja interacción entre los elementos morfológicos que ponen en práctica y la agencia de los participantes en el ritual. Para transponer la observación de Kapferer (2004: 46) sobre los aspectos «virtuales» del rito, la reflexividad crítica puede de alguna manera «describirse como una forma determinante que es paradójicamente anti-determinante, capaz de realizar agencia humana constructiva». Estas configuraciones sugieren que el ritual no siempre consiste en una sucesión lineal de acciones normalizadas, sino que también comprende posibilidades de bifurcación (o microcirculación) como característica constitutiva.

Basándome en una metáfora textual, no puedo dejar de pensar en los libros para niños en los que el lector es el «héroe», cuyas elecciones le permiten navegar por el texto en múltiples formas, a la vez flexibles y predeterminadas. Esto obliga a los lectores -a los participantes, en el caso del ritual- a distanciarse de la historia en la que están inmersos y a preguntarse sobre lo que están haciendo y la dirección que están tomando conscientemente. Transformados por una especie de mise en abîme en los héroes de sus propias prácticas rituales, los que llevan a cabo los ritos pueden verse en una situación similar. En muchos casos, sus elecciones son obviamente colectivas, negociadas, a veces divergentes, o incluso conflictivas, pero también son, de la misma manera, tanto limitadas como no totalmente predecibles. Son «incertidumbres predecibles», como De Vienne (2012) ha designado algunas interacciones complejas generadas por las relaciones jocosas (joking relationships).

Desde esta perspectiva, el ritual religioso aparece como un tipo de laberinto en el que la duda y la crítica son impulsadas no solo por sus complejos ‘bosques de símbolos’ (Turner 1967), sino también por características morfológicas singulares que le brindan un grado de incertidumbre inherente (ver también Howe 2000). Por el contrario, también se podría ver esto como una forma en que el ritual se proporciona a sí mismo los medios para garantizar certeza en condiciones de imprevisibilidad -una forma, por así decirlo, de integrar el evento en la estructura. Aunque estas opciones analíticas no son tan incompatibles como podrían parecer, mi objetivo aquí es plantear la cuestión de su relativa utilidad, en lugar de elegir entre ellas. A este respecto, es interesante observar que, en algunos casos, los procesos formales mediante los cuales se evalúa críticamente el ritual también intervienen como un medio por el cual el ritual en sí mismo parece generar «accidentes» haciendo que lo impredecible sea casi inevitable. Esto conduce directamente a la segunda área de estudio que proponemos explorar.

Bautismo en el culto a San La Muerte. Villa Dominico, Buenos Aires. Foto: Alejandro Frigerio.

 

Sobre «accidentes» rituales y leopardos Kafkianos

La segunda línea de investigación para considerar se refiere a lo que genéricamente se pueden denominar «accidentes» rituales. Cualquier etnógrafo sabe que las representaciones rituales están llenas de accidentes, resbalones y problemas técnicos. Con demasiada frecuencia, éstos quedan fuera del análisis o, cuando se tienen en cuenta, se tratan principalmente como incidentes no deseados que arruinan las obras ceremoniales, poniendo en peligro su eficacia de varias maneras, o como instancias de ‘fracaso’ ritual (Hüsken 2007).

Desde nuestro punto de vista, sin embargo, aunque el espectro del fracaso siempre está rondando, y tenerlo en cuenta ciertamente nos permite pensar en el ritual fuera de la caja funcionalista (ibid.), los accidentes rituales no son totalmente reducibles al fracaso. Primero, como veremos, estos accidentes no siempre resultan en «performances desafortunadas» (Grimes 1988a), ya sea desde el punto de vista del actor o desde una perspectiva formal, ni siempre pueden reducirse a desviaciones de un «modelo» o un ‘guión’ debido a dinámicas micropolíticas o puramente sociológicas. También pueden entenderse como resultado de las condiciones concretas de ejecución del ritual, como ocurrencias que tal vez sean incluso de naturaleza repetitiva o cíclica. Permítanme recurrir a una referencia literaria para ampliar esta idea.

En uno de sus cuadernos, Franz Kafka escribió una serie de observaciones misteriosas. Una de ellas comienza: «Los leopardos irrumpen en el templo y beben hasta los residuos de lo que hay en los cántaros de sacrificio» (solo podemos adivinar, pero parece que el autor tiene en mente un antiguo templo judío). «Esto se repite una y otra vez», continúa Kafka, hasta que «finalmente puede predecirse, y se convierte en parte de la ceremonia» (ver Kafka 1969: 94). Los contratiempos, fallas y eventos imprevistos a los que nos referimos aquí como accidentes rituales son similares a estos leopardos, y tratarlos junto con las reacciones reflexivas que provocan es una de las tareas necesarias en futuros estudios que algunos autores se han asignado. De hecho, tales eventos a veces pueden actuar como «desencadenantes» significativos para comentarios reflexivos y críticos y para la renegociación de las reglas rituales, lo que nos lleva de nuevo a la cuestión del cambio ritual. Entre paréntesis, uno podría verse tentado a llevar esta idea más allá al preguntar qué sucedería si, después de un tiempo, los leopardos no aparecieran. ¿Su ausencia se convertiría en otro «accidente», lanzando nuevas reflexiones y reevaluaciones del ritual?

Sea como fuere, tales percances pueden involucrar a especialistas rituales y otros participantes en exégesis ad hoc dirigidas a evaluar la corrección, potencia y eficacia del rito, forzándolos, en otras palabras, a adoptar actitudes distantes hacia las mismas acciones en las que están involucrados. Como ya mencionaron varios autores, las formas en que se manejan estos accidentes pueden cristalizarse para convertirse en medidas de adaptación que revelen cómo los participantes ajustan el funcionamiento del ritual a las condiciones contextuales. Sin embargo, las discusiones y debates sobre tales eventos también pueden conectar formas intrínsecas y extrínsecas de reflexividad, generando modos rituales de interacción que también participan en dinámicas emergentes de encuadre ritual (ver el artículo de Kreinath y Sarionder). En todos los casos, comprender las formas en que los actores rituales responden a los accidentes rituales, así como los procedimientos estructurales que movilizan para abarcar tales percances y / o proporcionar su resolución, es muy relevante para pensar en estos dos temas interconectados.

Por supuesto, los episodios «accidentales» de esta naturaleza no deben confundirse con las características morfológicas e intrínsecas del ritual evocado previamente; son esencialmente circunstanciales, vinculados a la naturaleza performativa y práctica de los ritos. Aunque ocurren durante los rituales, estos accidentes obviamente involucran formas de reflexividad provocadas por eventos externos que permean e influyen en la acción ritual, es decir, formas extrínsecas de reflexividad (en términos de Højbjerg). Sin embargo, ambas situaciones o configuraciones pueden estar estrechamente entrelazadas y pueden provocar momentos «metapragmáticos» de reflexión crítica (Boltanski 2009). Ambos plantean la cuestión de cómo se articulan las acciones rituales y las reflexiones de los actores sobre estas acciones en el curso de la performance ritual. En otras palabras,¿qué pasa si hacer un ritual también implica pensar críticamente en él mientras se lo realiza?

Este texto es un trecho de la introducción al dossier «Ritual and Critical Reflexivity»  publicado en inglés en la revista Religion and Society: Advances in Research 9 (2018). Las referencias bibliográficas se pueden ver en el artículo original, aquí.

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Emma Gobin

Emma Gobin

Maître de Conférences en Anthropologie. Département de Sociologie et d’Anthropologie, Université Paris 8 Vincennes – Saint-Denis
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