por Alejandro Frigerio (UCA/CONICET)
Quiero creer era el leitmotif de Fox Mulder, según se desprendía del famoso poster que tenía en su oficina. Quiero narrar parece ser, por el contrario, la intención de Alejandro Agostinelli en estas páginas. En ocasiones, quiero explicar, cuando en algunos relatos cautamente sugiere hipótesis o estudios científicos que pueden estar relacionados con el caso que narra.
Pero a través de la mayor parte del libro, Alejandro navega con éxito entre la credulidad de Fox Mulder y el escepticismo de Dana Scully. Quizás a la manera de un antropólogo de lo paranormal, su lema también podría ser quiero comprender, juntando las numerosas piezas del rompecabezas de las experiencias extra-cotidianas -inquietantes, maravillosas, terribles- de una cantidad de personas comunes, a lo largo de buena parte del territorio nacional. Mayormente en pueblitos, más o menos (des)conocidos, pero también en el Gran Buenos Aires, en grandes capitales como Rosario o hasta en teatros u hoteles de la calle Corrientes. Vista desde la antropología, la dificultad de este quiero comprender a través de la escucha atenta y de la reconstrucción histórica de los testimonios de los protagonistas radica en que ni ellos mismos parecen haber logrado entender las posibles causantes ni la naturaleza «real» de sus experiencias paranormales -los nativos están tan faltos de explicaciones como el estudioso que quiere comprenderlas.
¿Pero qué sería lo «paranormal»? Una definición simple de diccionario señala que «paranormal» sería lo «que no se puede explicar científicamente porque no se ajusta a las leyes de la naturaleza». Esta definición, sin embargo, ignora lo que los antropólogos y sociólogos de la religión constatamos cada vez más: en nuestra sociedades latinoamericanas (pero no sólo en ellas) buena parte de la población vive en mundos encantados en los cuales las leyes de la naturaleza comprendida desde la ciencia se doblan, se difuminan o son mayormente desconocidas e irrelevantes. La realidad cotidiana para muchos de nuestrxs connacionales está fuertemente afectada por el accionar de seres y potencias suprahumanas cuya implausibilidad científica no las torna irrelevantes dentro de su experiencia. Apelar meramente al «pensamiento mágico» como explicación de este fenómeno ignora la compleja dimensión social y construcción intersubjetiva de los mundos encantados.

«Las poseídas de Salavina» (foto: Alejandro Agostinelli)
¿Pero sería entonces posible hablar de lo «paranormal» aún dentro de cosmovisiones encantadas? Aunque el libro no cuestiona ni define lo «paranormal», a través de los relatos se pueden apreciar los numerosos cruces de definiciones de la realidad que intentan definir la «normalidad», la «anormalidad» y la «paranormalidad» en la experiencia de los sectores populares -y no tan «populares». Por estas páginas desfilan distintos actores que procuran brindar sentido a las experiencias inquietantes narradas por los protagonistas de las historias, y que muchas veces intentan encauzarlas nuevamente hacia la «normalidad»: videntes, parapsicólogos, curas, ufólogos, pastores evangélicos, pais o maes de santo afroumbandistas.
Este listado de actores sociales puede leerse (a excepción de los curas) como un verdadero «lado b» de nuestra cultura, o, aún mejor, un «lado c». Podemos pensar que el «lado a» de nuestra cultura -y de nuestro mundo- está definido por la ciencia y, en menor medida, por las religiones socialmente legitimadas. El «lado b» sería el propuesto por la religiosidad popular, que tomando libre y creativamente elementos de la ciencia y de las religiones legitimadas, supone un mundo encantado donde habitarían y actuarían seres espirituales diversos (muchos propuestos por el catolicismo pero resignificados en otras matrices de sentidos). También serían parte importante de este mundo encantado energías positivas y negativas que afectarían continuamente la vida de las personas: la envidia, el mal ojo, las malas ondas, los trabajos espirituales negativos -y los positivos. Este «lado b» no está avalado ni por la ciencia ni por la religión (católica) pero es una fuerza social cuya existencia por lo general se reconoce y con la cual los agentes de la ciencia y la religión intentan lidiar «educando» a los portadores de estas cosmovisiones encantadas para llevarlos a aceptar la inevitable realidad de nuestro mundo secularizado y desencantado -un emprendimiento poco efectivo.

Alejandro Agostinelli en el cementerio de San Pedro, Traslasierra, Córdoba, donde sucede uno de los hechos narrados en el libro.
Buena parte de los relatos del libro, sin embargo, dan cuenta de algo más allá aún de este mundo encantado: un «lado c» de nuestra cultura, que no está comprendido en, ni explicado por, el mundo encantado de la cultura popular. (Paréntesis: un mundo encantado que hay que aclarar, no se limita sólo a los sectores populares: el libro muestra bien la conjunción de creencias místico-nueva-éricas platillistas en grupos ya más de clase media que se reúnen o viven en las sierras de Córdoba; en éstos y en contextos ya más urbanos la difusión de creencias y prácticas de la Nueva Era hacen que las energías curadoras, los seres suprahumanos y las interconexiones holistas -entre distintos seres, entre planos de la realidad que para la ciencia son diferentes pero que en estas cosmovisiones están interconectados- siguen a la orden del día en sectores sociales que están lejos de ser «populares»).
Los eventos propios del «lado c» que narra este libro son hasta difíciles de nombrar porque las explicaciones que se les bridan están lejos de ser unívocas: oscilan entre la posesión demoníaca, el poltergeist, los duendes y los extraterrestres, entre otras posibilidades. Quienes los experimentan casi nunca pueden hacer sentido de lo que les sucede: los seres suprahumanos de la cultura popular no los causan ni pueden pararlos, y las energías negativas que los afectan resultan innombrables y desconocidas -salvo por el caso de «trabajos espirituales» o de magia negra, categorías que nunca son propuestos por los afectados pero que al menos son comprendidas por ellos-. El arsenal «normal» de seres, poderes y estrategias de quienes habitan mundos encantados -nuestro «lado b» de la cultura- no son suficientes para detener -ni para comprender, ni siquiera para nombrar- a las fuerzas extra-ordinarias que están volviendo su vida un caos.

Alejandro Agostinelli con su libro
Los afectados deben, por lo tanto, recurrir a distintos «especialistas» que les son recomendados o que se van ofreciendo para intentar reparar esta brecha de la normalidad y que procuran ofrecer explicaciones comprensibles y convincentes de lo que sucedió y de sus causas. Las entrevistas posteriores de Alejandro con los afectados muestran que, tiempo después, siguen sin poder nombrar o explicar los sucesos pero que, al menos, éstos no se han vuelto a repetir. Intentan olvidarlos y no pocas veces ocultarlos de nuevos vecinos o de sus propios hijos ya crecidos.
La brecha de la «normalidad», si no explicada, al menos ha sido reparada -pero tampoco están seguros de por quién. Las explicaciones acerca de quiénes tuvieron una intervención exitosa (el cura párroco, el pastor, el o la vidente) varían de acuerdo a quien se consulte. La realidad sigue siendo caleidoscópica: múltiple y cambiante. Alejandro a veces sugiere alguna explicación (catalepsia, etc.) pero se limita mayormente a transmitir la manera en que los eventos fueron difundidos por los medios y cómo los protagonistas o los testigos los reevalúan años después -a veces, hasta el punto de negarlos-. No parece haber un «cierre» (cognitivo, una comprensión univoca y certera de lo que sucedió), sino que apenas hay un respiro: «ya no sucede más».
El «lado c» sigue sin explicación -o las explicaciones son múltiples y somos nosotros quienes debemos elegir alguna. Alejandro Agostinelli, el cronista por excelencia de lo paranormal en nuestra sociedad, apenas oficia de cauto y quizás por eso mismo sabio guía para que nos adentremos en la realidad (?) cotidiana de experiencias que sólo conocíamos en la pantalla de los cines.
Este texto es el prefacio de Alejandro Frigerio al libro de Alejandro Agostinelli.
«Argentina X» fue editado por el Fondo de Cultura Económica y está a la venta en buena parte de las librerías de Argentina.
Factor 302.4 El Blog de Alejandro Agostinelli se puede consultar aquí.
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