El libro por su autor: Hilario Wynarczyk sobre «Ciudadanos de dos mundos: El movimiento evangélico en la vida pública argentina (1980-2001)»

Ciudadanos de dos mundosQuiero hablar desde el oficio del sociólogo. Con este libro, Ciudadanos de dos mundos, el movimiento evangélico en la vida pública argentina 1980-2001 quise contribuir a reflexionar sobre quiénes son los evangélicos en la sociedad de nuestra nación y cuán republicana es la sociedad de nuestra nación.

No sé en este sentido que resultados será posible lograr. Mi propia percepción al respecto es contradictoria. Entiendo y lo digo sin falsa modestia que un valor del libro con sus 391 páginas es que se trata de un exhaustivo tratado sobre un tema bien específico. Y aunque parece ceñirse a un período de dos décadas, traza líneas que continúan vigentes para el análisis hasta la actualidad. Sin embargo un déficit del libro es que se trata de un texto demasiado técnico. Tal vez de complicada lectura y esa condición atente contra su empleo como material sociológico para la reflexión ampliada a una diversidad de actores sociales. Sin embargo, y a modo de compensación, pienso, y quiero hacer notar, que Ciudadanos de dos mundos admite ser leído parcialmente y en forma selectiva. La introducción, por ejemplo, yo entiendo que puede ser útil para estudiantes que procuran saber cómo es el planteo metodológico de una tesis, y no solamente para estudiar fenómenos del territorio específico de la sociología de la religiones; por ejemplo, la teoría del campo de fuerzas que desarrollé para aplicarla al campo religioso puede ser aplicada a otros sistemas sociales. Otros capítulos son útiles para entender la estructura y la dinámica de las iglesias evangélicas, las teologías incorporadas por una parte del pentecostalismo desde la década de 1980 y el papel que jugaron estas teologías en la dinámica del movimiento social evangélico. Otras partes son útiles para comprender más específicamente el fenómeno central del libro, el fenómeno sobre el cual converge todo el cúmulo de datos y análisis.

image003El ciclo de movilización cívica pasó a su vez por fases de experiencia y aprendizaje. Primero, los líderes evangélicos emprendieron reuniones públicas frente al Congreso de la Nación, acciones de lobby y búsquedas de asesoramiento jurídico, desde comienzos de la década de 1990 sobre todo. En un segundo momento una estrategia de unidad que encontró una formulación teológica (1989, 1990) y una justificación en la idea de unidad espiritual de las heterogéneas iglesias del campo de fuerzas por ellas formado. Esta estrategia consiguió juntar a los actores mayores desde un punto de vista cuantitativo demográfico, que eran y son los evangélicos conservadores –los que se apegan al literalismo bíblico– con los evangélicos que en el libro llamo “históricos liberacionistas”. Es decir, estos segundos, los evangélicos mejor avenidos con la Modernidad, el Movimiento Ecuménico y la defensa pública de los Derechos Humanos. Estos segundos, los históricos liberacionistas, son pocos numéricamente pero muy ilustrados y poseedores de mayores recursos retóricos para comunicarse con la sociedad civil y el Estado por fuera de la retórica de las iglesias. En un tercer momento, el movimiento desarrolló una estrategia de protesta cívica multitudinaria en el Obelisco de la Plaza de la República, en los años 1999 y 2001, tema especialmente tratado en el libro, luego de revisar yo en sus páginas, los antecedentes jurídicos del problema en el derecho eclesiástico del Estado argentino. En un cuarto momento, el liderazgo del movimiento, un liderazgo de pastores, logró una apertura del lenguaje híper-bíblico y hasta cierto punto narcisista de los evangélicos conservadores, para incorporar en sus discursos frente a la multitud el lenguaje de la queja social, no tan sólo por los derechos conculcados a sus iglesias y sus pastores, sino también por problemas de otros sectores de la nación, en un momento crucial de la sociedad argentina como fue el año 2001 para la Argentina. Esto implicó,  la capacidad de dar un salto desde el lenguaje de la arena de debate eclesiástico a la arena del debate sociopolítico, menos particularista, más universalista, y entrar en mejor consonancia con los códigos lingüísticos del entorno.

Annacondia flyer 4-14En ese momento del análisis un punto fundamental fue responder por qué motivo los evangélicos evolucionaron desde una movilización estrictamente religiosa a otra típica de un movimiento social en sentido estricto (stricto sensu, como me sugirió denominarlo Alejandro Frigerio). Entonces apliqué un recurso teórico que me permitió separar unas fases. En primer término el crecimiento demográfico y la notoriedad pública de la presencia evangélica, sobre todo por las campañas pentecostales con milagros de sanidad desde la década de 1980, les hizo desarrollar a los líderes evangélicos una autopercepción de significación social digna de respeto en la vida de la nación. En segundo término, ellos se nutrieron de mayores expectativas en cuanto a su crecimiento demográfico y su significado en la vida de la nación. En tercer término, pero en realidad paralelamente, se levantó una barrera formada por el contramovimiento antisectas, que los descalificaba de un modo infamante a los evangélicos, y buscaba y conseguía cierta influencia, sobre todo en la midia, pero también en el poder legislativo de la Provincia de Buenos Aires y en el Poder Judicial. En cuarto término, frente a esta amenaza, los evangélicos percibían que cuando llegase la reforma de la Constitución en 1994 ellos tendrían un espacio para reclamar por sus derechos. La secuencia de estos factores, que aquí expuse en una manera muy esquemática, culminó en un proceso de movilización social en stricto sensu. Los líderes generaron un marco interpretativo para guiar la acción colectiva y las estrategias necesarias.

En el curso del estudio, pero especialmente en el período de las grandes movilizaciones públicas, en el lapso de los años 1990, 2000, 2001, mi trabajo como sociólogo investigador se vio favorecido por el hecho de que los doctores Angel Miguel Centeno, Norberto Padilla y Juan Navarro Floria, de la Secretaría de Culto de la Nación, me incorporaron a un equipo interconfesional de expertos para redactar un proyecto de nueva ley de culto que debería reemplazar a la que seguía vigente desde 1978, y hoy sigue vigente, una ley sancionada durante la ominosa presidencia y dictadura del golpista Jorge Videla. Eso me colocó en una situación de panóptico (para decirlo con palabras de Michael Foucault). Estuve en la mesa del Gobierno cuando los evangélicos eran recibidos para hablar de sus quejas por la injusticia. Y debido a la propia militancia protestante y mi oficio de sociólogo estuve en reuniones de los evangélicos y en la plataforma de los pastores oradores en la protesta en el Obelisco.

image005Los integrantes de dicho comité de expertos trabajamos duro, hicimos un proyecto de ley, el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, de la Unión Cívica Radical, Dr. Adalberto Rodríguez Giavarini, lo aprobó para que pasara a la Legislatura Nacional. Con el fin del período presidencial de Fernando de la Rúa, sin embargo, el área de culto quedó en manos de otra administración donde cobraron protagonismo, abogados que adherían al paradigma de la Argentina rodeada, amenazada y fragmentada por las «sectas».

Finalmente, este ciclo de movilización cívica evangélica convocó una tercera concentración en el Obelisco, en el año 2003, en la que también estuve y a la que me referí brevemente en el libro. Esto fue ya al comienzo de la década gubernamental del matrimonio Kirchner, primero Néstor y luego la actual presidenta Cristina Fernández esposa de Kirchner. La concentración del 2003 resultó en un fiasco, según yo lo aprecio, y también lo apreció gente que trabaja en la midia evangélica. Desde entonces se abrió un valle de silencio no total pero considerable, de parte de los evangélicos en cuanto a la protesta por el tema de la ley de culto. ¿A qué se debió esto? Ya no entré en ese tema en el libro. Es un misterio frente al cual conjeturo una hipótesis y algunas respuestas parciales.  Tal vez en cierta medida, y creo que sí, el fenómeno se debe al comienzo de otro ciclo de acción colectiva de evangélicos que intentaron actuar en política. Y nuevamente se trataba de una iniciativa que tenía su punto de origen en los conservadores bíblicos, primero en el sector  que en el libro denomino “evangelicales” (es decir bautistas, hermanos libres y otros) y después en el sector de los que denomino “pentecostales” y clasifico con varias subdivisiones en las que no podemos entrar en este breve tiempo. Sólo diré que en el momento de actuar junto con los demócratas cristianos, peronistas no menemistas y con el cura Farinello, sobre lo cual volveremos enseguida, estos evangélicos no hablaron de ley de culto.

sal y luzAhora bien, el tema de los partidos políticos es asunto de otro libro mío, Sal  y luz a las naciones. Evangélicos y política en la Argentina 1980-2001. Publicado por el Instituto Torcuato Di Tella y Siglo XXI Editores.

Puedo limitarme a adelantar al respecto que este nuevo período de acción colectiva puede dividirse en dos subciclos. El primero fue de creación de partidos políticos evangélicos e incorporación a partidos políticos como una fracción de evangélicos con fuertes simpatías hacia el peronismo pero aversión hacia la corriente del peronismo “menemista”. Este subciclo en todas sus variantes terminó en fracasos. El segundo subciclo es uno de intentos de actuar los evangélicos como políticos incluidos en listas de partidos “seculares”. Esto muestra una gran concentración en el peronismo y sobre todo en el “peronismo no-k”, es decir, “no kirchnerista”. Y escasos éxitos y de menor peso. Al tema ya no lo trabajé en Sal y luz a las naciones pero sí en un paper que presenté en las XVI Jornadas de la Asociación de Cientistas Sociales de la Religión en Punta del Este en el 2011 y en otros artículos. Finalmente, cabría agregar la hipótesis de que los pastores, sobre todo los pentecostales, encontraron un modo de resolver sus problemas a través de vinculaciones con municipios de pueblos y ciudades, dejando de lado la cuestión central de la Ley de Culto. A esto me refiero en algunos artículos empleando para este fin la expresión “desarrollo de estrategias prebendarias”.

Regresando al foco principal de nuestra presencia aquí, quiero hacer notar que en esta breve exposición no hago referencias al bagaje de herramientas teóricas que diseñé para la investigación. Me gustaría que lo conozcan a través del contacto personal con el libro. Ahí hablo de la teoría general de los sistemas ajustada para su aplicación a mi objeto de estudio; el concepto de campo religioso como “campo de fuerzas” –que es fundamental para entender la dinámica de la heterogeneidad de los evangélicos y sus alternativas fases de competencias internas y movimientos cohesivos– un dispositivo teórico que, como adelanté, podría ser aplicado a otros sistemas sociales; la clasificación o taxonomía de las iglesias evangélicas; el problema del ascetismo y sus varias formas que atraviesan toda la vida religiosa y social de nuestras iglesias – rasgo básico que le da lugar al título “Ciudadanos de dos mundos”–; las teologías neopentecostales y estrategias de “iglecrecimiento” que se desarrollaron desde la década de 1980; las estadísticas del campo evangélico y las fallas groseras de algunas mediciones; la teoría de los movimientos sociales; la teoría de los marcos interpretativos de la acción colectiva aplicada por mí a las teologías y su influencia en la acción social colectiva; el derecho eclesiástico del Estado, el contramarco antisectas que denominé “del Caballo de Troya”, y la teoría de la “Curva Jota” o simplemente la teoría  de la dinámica causal por la cual los evangélicos se movilizaron públicamente en protesta por sus derechos conculcados y llegaron a adquirir presencia en el periodismo constituyéndose así en un sujeto público en diálogo con el Estado en la Secretaría de Culto y con los obispos de la Iglesia Católica.

image007En cuanto a la metodología que apliqué, quiero brevemente decir que trabajé exhaustivamente sobre bibliografía sociológica existente en Argentina, Brasil, Chile, Perú, Francia, los Estados Unidos y Alemania. También sobre bibliografía de los propios actores del campo de estudio, en forma de libros y publicaciones periódicas. También audición de grabaciones de predicaciones públicas. En segundo término, observación participante en reuniones religiosas y marchas cívicas, y en la Secretaría de Culto. Aquí debo decir que como parte del trabajo también visité reuniones religiosas en Paraguay, Brasil y Estados Unidos. En los Estados Unidos, además, en bibliotecas universitarias conseguí textos y visité centros de formación teológica de diferentes corrientes evangélicas en varios lugares del país. En tercer término hice más de 70 entrevistas semiestructuradas a una muestra de actores de todos los segmentos del fenómeno estudiado, incluyendo desde luego pastores evangélicos, actores del ámbito católico, funcionarios del Estado y el principal de los activistas anti-sectas. Además, procuré estadísticas existentes, es decir, datos de fuentes secundarias, que volví a elaborar con mi criterio personal.

h5Para concluir debo expresar varios agradecimientos. En primer término a Alejandro Frigerio, aquí presente, doctor en antropología por la Universidad de California, que fue mi director de tesis de doctorado, hace ya unos cuantos años atrás, y digo esto porque mi tesis de doctorado es el origen del libro Ciudadanos de Dos Mundos y del libro que le siguió, titulado Sal y luz a las naciones. En aquella época Frigerio me orientó sobre lecturas teóricas y fue un lector muy crítico de lo que yo iba escribiendo. Por mi parte he sido un tenaz seguidor del proyecto y por ese motivo escribí el texto aproximadamente en una serie de seis crecientes versiones. En segundo término a la Universidad Católica Argentina y en especial e “in memoriam” al sociólogo José Luis de Ímaz que me invitó a estudiar en la UCA e hizo que me dieran una beca plena. En tercer término a Daniela Verón, directora de UNSAM Edita, que personalmente se ocupó con esmero de la preparación editorial del libro Ciudadanos de dos mundos. Ella puso de su propio esfuerzo en revisar y corregir las galeras. A David Roldán, a mi lado, por su presencia en esta presentación de mi libro. Y finalmente a la Fundación Visión de Futuro, presidida por el pastor Omar Cabrera Junior, que asumió la impresión. Uno de sus colaboradores, el pastor Carlos Olah, personalmente se ocupó de hacer que el libro fuese impreso en talleres gráficos de la ciudad de Santa Fe y traído al Campus Miguelete de nuestra UNSAM. Por último, al Consorcio de Librerías de las universidades nacionales, al que pertenece LUA, Librería Universitaria Argentina, donde estamos reunidos, y al CIN, Consejo Interuniversitario Nacional. Esta librería es todavía un proyecto relativamente nuevo,  extremadamente interesante, y me permito augurarle el desarrollo del mayor de los éxitos con el paso del tiempo y el crecimiento de la experiencia empresaria. En este contexto, quiero agradecerles sus gestiones, a Natalia Miranda, gerente de LUA, y Luciana Salvá, del Consejo Interuniversitario Nacional. Y para cerrar, expresarles a todos ustedes, las personas aquí presentes: muchas gracias.

(Texto leído en la presentación del libro en el Consejo Interuniversitario Argentino, el 26 de mayo de 2014) (Ver también la reseña del libro por Marcos Carbonelli en este mismo blog)

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Hilario Wynarczyk

Hilario Wynarczyk

Doctor en Sociología por la Universidad Católica Argentina, Máster en Ciencia Política con mención en Teoría y Método por la Universidad Federal de Minas Gerais y Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires.
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