Seminario sobre Reacciones Religiosas al Covid-19 en América Latina (mesa 2)

REUTERS/Jeanty Junior Augustin

 

Salud en tiempos de pandemia: Estado, medicina y religiones/espiritualidades por Rodrigo Caravita y Giovanna Paccillo   -Laboratorío de Antropología da Religião (UNICAMP)

El seminario Reacciones religiosas al Covid-19 en América Latina fue pensado teniendo en cuenta las observaciones parciales que el Laboratorio de Antropología de la Religión pudo identificar en los movimientos de determinados grupos sociales –principalmente religiosos- frente a la pandemia. En Brasil, debido a la situación sociopolítica actual, pudimos delinear tres ejes destacables: el primero refería a la reinvención de las prácticas religiosas; el segundo atravesaba sentidos y moralidades de la pandemia en relación a la religión y a la espiritualidad; y el tercero refería a las controversias públicas suscitadas por la pandemia.

La segunda mesa del evento trató sobre moralidades y controversias públicas, trayendo luz a nuevos elementos a considerar. Desde ya es interesante destacar que las investigaciones de Florencia Chapini y Nadège Mézié tratan de distintos contextos y temas, pero consiguen potenciar y diversificar nuestro análisis. La primera focalizó en la temática de la “espiritualidad” desde ambientes médicos institucionales en Brasil, como ligas y asociaciones. Por su parte, Mézié habló sobre la (falta de) controversia pública entre religión y Estado en Haití. La tercera exposición, del antropólogo argentino Alejandro Frigerio, buscó ser una explicación más general de la relación entre religión/espiritualidad e la cosmovisión biomédica, basada en diferentes grados de holismo y desencantamiento del mundo. Alejandro destacó la necesidad de tener en cuenta el contexto nacional para la aplicación del modelo explicativo que propuso, y consideramos que los relatos de campo de Mézié y Chapini, desde Haití y Brasil, corroboran esta salvedad.

Una de las «tareas» de las religiones y de las espiritualidades (formas religiosas no convencionales, no dogmáticas y/o no sistematizadas) es proporcionar un, digamos, código de conducta para habitar este planeta. Cuando pensamos en espiritualidades – y aquí la cosecha es grande- comúnmente este código de conducta está basado en un camino de evolución espiritual. Las cosas que nos suceden, por tanto, son herramientas (y oportunidades) para esta evolución. Es en este sentido que la pandemia reciente del Covid-19, como nos recuerda Florencia Chapini, se convierte en una oportunidad y la espiritualidad actúa como un medio para enfrentarnos a la situación, especialmente a través de prácticas de autoconocimiento.

Haciendo investigación en reuniones virtuales de asociaciones médicas y conferencias de profesores y coordinadores de ligas académicas, Chapini pudo notar algunos aspectos interesantes sobre cómo estos profesionales enfrentan la pandemia – un momento de desesperación, desamparo, miedo, fragilidad. Es interesante notar que todos estos centros y grupos citan como referencia al neuropsiquiatra austríaco Víctor Frankl y su experiencia en los campos de concentración nazis. Para el neuropsiquiatra, la espiritualidad y la búsqueda de un sentido de la vida son fundamentales para mantenerse vivo, especialmente en tiempos de grandes dificultades. Se configura así una especie de “pedagogía de la pandemia” – ella aparece, principalmente, como una oportunidad de autoconocimiento. En esta perspectiva, por medio de la espiritualidad, tendríamos la posibilidad de salir mejores de esta situación.

Viajando a otro escenario, con la antropóloga Nadège Mézié, vemos cómo la pandemia, ahora relacionada con las iglesias pentecostales y neopentecostales en Haití, es movilizada como una oportunidad para que el gobierno actual demuestre su fuerza y competencia, a diferencia de Brasil, de hecho, donde el gobierno parece empeñarse en demostrar una gran incompetencia político-administrativa. En vista de un contexto político y social muy conflictivo en el período anterior a la pandemia, la investigadora esperaba un período pandémico igualmente conflictivo. Sin embargo, el presidente, que fue objeto de numerosas manifestaciones en el período pre-pandemia, aprovechó la época de crisis sanitaria para demostrar que estaba calificado para lidiar con situaciones críticas. En este sentido, el día 22 de marzo, el presidente de Haití tomó numerosas medidas de prevención contra al coronavirus, cerrando comercios, escuelas y templos. En los días siguientes, profetas cristianos pentecostales y neopentecostales desafiaron las medidas y fueron encarcelados. Para Mézié esto era indicativo de que otros grupos religiosos también desafiarían las normas impuestas por el Estado. Por el contrario, el Estado, con “mano dura”, por así decirlo, logró someter a las religiones a su control y alinearlas con las normas impuestas. Con eso gran parte de los movimientos religiosos pasaron de enemigos a aliados del actual gobierno en la lucha contra el coronavirus.

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Si, en el primer caso, tenemos un aparente alineamiento entre espiritualidad y discurso biomédico; en el segundo caso, desde Haití, podemos ver un alineamiento (aunque impuesto) entre Estado y religión. Pero, ¿cuáles son los motivos reales de estos alineamientos y desalineamientos? Especialmente si consideramos los ejes religión y salud, reflejados en las tensiones entre religión/ciencia y religión/Estado.

El investigador Alejandro Frigerio nos recuerda que la religión también tiene algo que decir sobre la salud. El tema ha sido omnipresente en las actividades y discursos religiosos desde hace mucho tiempo, a pesar de la moderna separación, y conflicto, entre religión y salud, principalmente cuando la ciencia busca el monopolio de este saber. Así, Alejandro propone un modelo que pretende explicar los alineamientos y diferencias entre el pensamiento biomédico y diferentes tipos de visiones holistas, en función de su grado de «encantamiento». En una escala que va desde el bienestar (bajo nivel de encantamiento) hasta las religiones populares (nivel más alto de encantamiento), las modulaciones en la relación entre uno mismo y lo sagrado cobran importancia para definir el grado de desencantamiento y también su adaptabilidad al sistema biomédico.

Es decir, cuanto más encantada es una religión, mayor es el grado de conflicto con el sistema biomédico, que evidentemente no puede aceptar la influencia de seres suprahumanos como explicación médica. La medicina aparece entonces como un control social de lo religioso. Una esfera cerrada, en la cual la injerencia religiosa es inadmisible. El investigador nos recuerda que esta tensión está muy presente en Argentina. Todas las religiones basadas en sistemas de cura tuvieron conflictos con el campo de la medicina, respaldados por una política y un Estado laicos. Nuevamente, el Estado aquí, así como en Haití, aparece como un mediador de este conflicto, o aún como otro elemento conflictivo. Las religiones o las visiones holistas del mundo menos encantadas no entran en conflicto con la cosmovisión biomédica porque comparten más o menos las mismas nociones de cuerpo, mente y naturaleza.

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Si fuéramos a vincular el modelo de Frigerio a la exposición de Chapini, podemos ver que el mismo puede funcionar. De hecho, en un ambiente institucional con asociaciones y ligas de médicos y profesionales de la salud, parece haber una preferencia por la “espiritualidad”, que se asocia a nociones de cuerpo, mente y yo. Un discurso holista, pero poco encantado, como es el caso de muchas espiritualidades contemporáneas, pude actuar junto con el discurso médico en la medida en que elementos (prácticas) como la meditación y el autoconocimiento son explicados neuropsicológicamente como fundamentales en un proceso de sanación. El caso que investiga Mézié es emblemático porque muestra cómo factores sociopolíticos son importantes en los alineamientos y conexiones parciales entre religión y biomedicina. En este caso, a pesar del creciente clima de tensión de los primeros días de medidas gubernamentales, la mediación del Estado fue lo que permitió que hubiese una acción coordinada de las religiones con la biomedicina. A diferencia, por ejemplo, de Brasil, donde la fuerza política de la llamada bancada evangélica fue capaz de generar un desajuste entre ciencia y religión -más allá de ser más o menos encantadas- así como un conflicto entre ciencia y Estado. Vimos, por ejemplo, religiones populares, como el umbandismo y el candomblé, con un considerable grado de “encantamiento”, alinearse y respetar mucho más el discurso biomédico que las religiones que podrían considerarse como menos “encantadas”, como algunos sectores evangélicos y grupos católicos conservadores. Si en Haití el Estado se alineo con el discurso biomédico forzando, por así decirlo, a las religiones a obedecer a las medidas restrictivas impuestas, en Brasil el Estado alineado a las religiones, forzó, por así decirlo, al discurso biomédico, generando una enorme controversia pública sobre la necesidad del confinamiento. ¿Estarían motivadas tales tensiones y diferenciaciones por un Estado más o menos laico en relación con las religiones más o menos «encantadas»? ¿O existen otras fuerzas en juego que complejizan la ecuación?

(nivel alto de) Holismo inmanente – de la charla de Alejandro Frigerio

 

Podemos preguntarnos sobre la pertinencia de establecer estos modelos explicativos. Podemos, como bien demostró la exposición de Chapini, establecer relaciones con otros tipos de “visiones” que no son solo la biomédica, como sería el caso del “neoliberalismo” y de otras fuerzas e intereses políticos. ¿Por qué, después de todo, Víctor Frankl es una referencia para los grupos de médicos que trabajan con la espiritualidad? No hay espacio aquí para comprender esta relación. Tendríamos que investigar la importancia del neuropsiquiatra en cursos de formación para profesionales en el área de Brasil. Pero no es difícil entender que estas «nuevas espiritualidades», a menudo apoyadas en prácticas corporales (yoga, meditación) y extremadamente enfocadas en el «poder» individual para superar los traumas («el poder de la mente», el «yo») encuentran terreno fértil en el espíritu capitalista y neoliberal. Como la religión, estas espiritualidades también pueden ser (o usarse) como un negocio altamente rentable.

También podemos tomar el caso de Mézié y demostrar cómo el modelo explicativo se complica cuando el Estado está presente y acaba “forzando” una alianza improbable. O el caso de Brasil, donde un Estado, escéptico en relación a la ciencia, animado por motivos ocultos, introduce nuevos elementos al modelo Frigerio – la alianza entre el discurso biomédico y las religiones, además del factor del «encantamiento», se complejiza a partir de motivaciones políticas y económicas. De cualquier forma, modelos así pueden ser buenos para pensar y ayudarnos a establecer continuidades, “afinidades electivas”. Son buenos si tenemos en cuenta que tienen sus limitaciones y también sus defectos.

Las presentaciones de la mesa 2 se pueden ver aquí:

Este texto fue publicado originalmente en portugués en el blog del Laboratório de Antropologia da Religião (LAR) de la Unicamp (Brasil)

Traducción de María Pilar García Bossio.

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Laboratorío de Antropología da Religião (UNICAMP)

Laboratorío de Antropología da Religião (UNICAMP)

El Laboratório de Antropologia da Religião (LAR) reúne investigadores de la Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP) que estudian la religión en diálogo con temáticas como cuerpo, devoción, ciencia, política, materialidad, género, racialidad y espiritualidad.
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