El Señor de las Pancartas: Que el Papa peronista santifique a Evita

El Señor de las Pancartas

Caminando por el Barrio de Congreso me encuentro con uno de los tantos personajes que merodean por la ciudad. Un hombre de mediana edad, sonriente, que desde una escalera y cubierto por pancartas, convoca mi atención. El cartel que lleva en su pecho muestra dos imágenes de Evita y el Papa Francisco. Sin dudarlo me acerco a conversar. D.D.G., siglas con las que firma sus carteles, me comenta que hace más de 20 años viene promulgando sus ideas políticas en la vía pública (frente al Congreso y en la Peatonal Florida), los días miércoles desde temprano y hasta que el cansancio le vence. ‘Peronista de nacimiento’, porta diversas consignas que renueva regularmente según los cambios en la agenda política y mediática. La última, que ubica en un lugar central de su cuerpo, hace referencia al aniversario del nacimiento de Eva Perón conmemorado el pasado 7 de mayo. Su propósito es pedir su santificación aprovechando la asunción del Papa Francisco. Para él, la gran obra de sanación y bienestar para ‘el pueblo’ que puso en acto Evita merecen este reconocimiento de la Santa Sede, no casualmente comandada ahora por un argentino y peronista. Recuperando estas cualidades de Jorge Bergoglio, junto con su trabajo territorial en las villas y su accionar cercano ‘al pueblo´, D.D.G. hace un paralelismo con el legado de Evita. Me relata la importancia de las obras que realizó en vida como ‘líder de los descamisados y del pueblo argentino’, pero sin mencionar ningún suceso ‘místico’ posterior a su fallecimiento. Se muestra descreído de cualquier dote mágico-religioso, ya que lo que realmente la ‘vuelve santa’ es lo que dio en sus 33 años de vida, me comenta emocionado. Entre las historias que va entrelazando, remarca la procedencia humilde de Eva Duarte y su afiliación católica y de ‘buena fe’, a pesar de las versiones contrarias que circularon posteriormente. Por otro lado, las dificultades que tuvo que padecer y su muerte trágica aun siendo joven, la asemejarían con las hagiografías de otros santos que padecieron una muerte temprana, y para él, sumamente injusta. ¿Cómo podría «nuestro» Papa, claramente peronista y cercano al pueblo, ignorar esto y no canonizarla? (he escuchado un optimismo y argumentos similares por parte de devotos del Gauchito Gil).

Las diversas apropiaciones simbólicas que despertó la figura del nuevo Papa se hacen eco en este hombre que se anima a gritar a viva voz que Evita merece ser santa. Mientras hablamos varios transeúntes se paran a mirar, sacan fotos a los carteles y D.D.G saluda a un grupo de jubiladas que se convocaron para reclamar por sus derechos ante el Congreso, según me cuenta, se conocen desde hace varios años por luchas políticas en la calle. Por otro lado, D.D.G es vendedor profesional de diversos productos y no pierde oportunidad para darme su tarjeta y ofrecerme una oportunidad de trabajo, alegre por mi interés y por haberme compartido algo de su historia e ideales políticos, entre tanto bullicio, en el medio de una ciudad que no detiene su vorágine.

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Cecilia Galera

Cecilia Galera

Licenciada en Sociologia por la Universidad de Buenos Aires. Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA) Becaria CONICET de Posgrado Tipo II
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