Historias y sorpresas de la «mesa de religión» de las I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales de la UNSAM

Ana Lucía Olmos Álvarez (IDAES/UNSAM-CONICET)

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Los días 8, 9 y 10  de mayo pasado se realizaron las “I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales”, organizadas por IDAES/UNSAM en el campus Miguelete. Junto a Gustavo Motta coordinamos la Mesa de Trabajo Nº 9 Religiones y religiosidades en los procesos sociales de la Argentina contemporánea. Gustavo es sociólogo y analiza la relación entre la jerarquía católica argentina y el empresariado católico nacional. Yo, por mi parte, soy antropóloga y trabajo el eje de análisis carisma, sanación y ritual en el campo católico renovado.

Este relato es fruto de los días de trabajo junto a mi compañero de ruta y los expositores.

La primera sorpresa -y muy grata- fue el éxito de la convocatoria de nuestra mesa, una de las más numerosas de toda la Jornada: recibimos un total de 21 resúmenes de ponencias que mantuvieron viva nuestra casilla de correo.  Entre las propuestas, se colaban a veces consultas sobre el status de “jóvenes” que esperábamos de los expositores. Entre risas respondíamos que “la juventud era una cuestión de actitud” y que, siendo serios, refería al hecho de que quienes organizamos somos becarios y por razones conicetísticas, menores de 36 años. Pero la convocatoria era abierta a quien quisiera participar, sin límite de edad. Finalmente, recibimos 16 trabajos [1] y durante los dos días que sesionó la mesa, 14 expositores presentaron avances de sus investigaciones tanto de grado como de posgrado (maestrías, doctorados y posdoctorado).

Este dato acerca de la cantidad de trabajos recibida no creo que sea menor: señala la necesidad de generar ámbitos de intercambio, discusión y debate de las investigaciones y de los abordajes metodológicos y teóricos  entre quienes elegimos trabajar el campo religioso desde la óptica y disciplina que practicamos.

unsam2En relación a esto último, vino la segunda sorpresa. La diversidad temática asombraba: islam y migraciones (Chinnici, Arduino y López LLuch); budismo tibetano (Carini); nuevas espiritualidades (Javaloyes); catolicismos de y para todos los gustos y colores (Bargo, Casas, Goldman y Grandinetti, Janeiro, Motta, Olmos Álvarez); religiosidades populares y extra-institucionales en diálogo con el catolicismo oficial (De Acha, Gutiérrez y Vázquez); peregrinaciones gauchas (Casas) y entrecruzamientos entre política y religión (Panotto, Romero).  Si bien esta clasificación es arbitraria, creo que sirve para llenar de contenido la noción de campo religioso plural, caracterización que todos compartimos casi como sentido común en nuestras investigaciones y que buscan romper con las miradas católico-céntricas.

La eclosión de temas estuvo acompañado de diferentes lecturas disciplinares que comprobaron la interdisciplinaridad que proponíamos desde los fundamentos de las Jornadas como de la Mesa 9: Historia, Sociología, Filosofía, Comunicación Social, Antropología, Folklore y  Teología dijeron presente. Conjuntamente, las investigaciones eran ricas en las metodologías utilizadas: entrevistas; historias de vida; observación participante; análisis de fuentes históricas, eclesiales, documentos institucionales, libros de catecismo, notas periodísticas de diferentes medios; blogs y redes sociales. Una de las estrategias metodológicas que llamó mi atención fue la elegida por un filósofo devenido sociólogo de la cultura, quien recurrió a la actividad de lectura como “ámbito específico de recreación y re-elaboración de la experiencia religiosa”.

Otro dato interesante de la mesa fue la participación de investigadores ad hoc para quienes la vida académica no constituye su nicho vital. En este sentido, uno de los expositores agradeció que lo dejáramos participar cuando él se dedica “a estos temas de manera autodidacta”.

Con Gustavo propusimos una dinámica de trabajo habitual a los encuentros de este tipo: sentarnos en círculo y hacer una ronda de exposiciones. Luego, como coordinadores, iniciamos los comentarios y, finalmente, abrimos el debate entre compañeros y colegas. La mesa estaba prevista para tener una sesión el día jueves y dos el día viernes. Sin embargo, las acaloradas discusiones e intercambios hicieron que la sesión del jueves se extendiera casi dos horas más de lo programado.

Asumir el rol de comentarista no fue sencillo: debíamos comprender los objetos de estudio, los objetivos planteados y las estrategias de análisis elegidas por cada uno de los expositores. Tareas que realizamos desde la mirada, siempre parcial, que a lo largo de nuestras trayectorias construimos sobre el campo religioso. Concientes de estas limitaciones, intentamos que los comentarios fueran pequeños aportes reflexivos y críticos (pero no criticones) de los trabajos presentados. Así, los momentos de debate asemejaron instancias de brainstorming grupal en que cada uno contribuía con sus ideas y delirios. En mi caso, ser comentarista me ayudó a darle otra lectura al mantra malinowskiano referido a la comprensión del otro como vía para aclarar la propia naturaleza. A través del trabajo de la mesa no solo conocí investigaciones de colegas sino también volví a mis propias notas y avances con nuevos pensamientos e interrogantes, dispuestos a poner en dudas las semi certezas que, a veces, creo alcanzar.

Y si esta sensación se replicó en todos los participantes, las Jornadas fueron exitosas.

Colofón: Del azar y otras cuestiones

El viernes fue agotador: ya tenía dos días completos de Jornadas encima y a eso se sumó mi rutina de todos los viernes. Di clases de 8 a 12 en la sede Pyñeiro de la UNDAV y desde allí combiné todos los medios de transporte terrestres -colectivo, subte y tren- para llegar al Campus Miguelete. En una de las entradas al Campus, justo la que yo usé,  repartían el  Nuevo Testamento. Salmos y Proverbios, la versión pequeña y azul con la leyenda Este libro no será vendido que todos conocemos. Mientas lo guardaba en la mochila junto a los papeles, la computadora y libros que siempre saco a pasear no podía dejar de preguntarme “¿se me notará? ¿conocen mi tema de investigación?”. Seguí caminando a través del edificio Tornavías despejando mi cabeza de las preguntas del azar.

Retomamos las sesiones de trabajo de la mesa. Al ver que muchos de mis compañeros también habían recibido su ejemplar y lo tenían entre sus pertenencias, una sonrisa se me dibujó en la cara. Hoy, mientras escribo este breve relato pienso que esos ejemplares, seguramente  reposan ahora, como el mío, entre la bibliografía siempre in crescendo de nuestras bibliotecas hogareñas.

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[1] En breve serán publicadas las Actas online con los trabajos completos de los autores.

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Ana Lucia Olmos Alvarez

Ana Lucia Olmos Alvarez

Profesora de Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires. Becaria Doctoral de CONICET en el Instituto de Altos Estudios Sociales - UNSAM.
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