La vida fuera de balance: La pandemia como castigo

Dibujo: Fabio Vieira

por Alejandro Frigerio (Universidad Católica Argentina/CONICET y FLACSO)

La pandemia parece haber reavivado la tensión entre ciencia y religión –macrorelatos sobre el mundo cuyo límites son más difusos en discursos sociales de lo que se supone. Aunque pueden visualizarse como complementarios y refiriéndose a diferentes dimensiones de la realidad, durante esta pandemia las posiciones parecen haberse radicalizado.

Médicos y biólogos aparecen en los medios brindando diagnósticos y vías de acción que pueden contradecirse con las propuestas por los religiosos. La prohibición de, o por el contrario la necesidad de continuar con, cultos colectivos es una de las diferencias principales. La etiología y las posibilidades y medios de cura de la enfermedad también pueden ser otro punto de desencuentro: algunas religiones más adaptadas a coexistir con el discurso biomédico le ceden prioridad explicativa, otras, envalentonadas por su sintonía con discursos gubernamentales –como puede ser el caso de algunas iglesias evangélicas en Brasil– reivindican la eficacia del poder curativo de sus agentes espirituales.

Entrelazado con los discursos científicos y religiosos aparece otro marco interpretativo cuya popularidad sugiere que resulta significativo para dar sentido a los acontecimientos actuales. Entremezclando religión, ecología y análisis social en disímiles proporciones (de acuerdo con cada caso) este marco muestra claras dimensiones milenaristas, asoma en diferentes ámbitos y está enunciado por distintos actores sociales. Con lecturas en claves disímiles, siempre resalta sin embargo los cambios sociales radicales y globales que sobrevendrán como consecuencia de la pandemia.

Según esta narrativa, a la manera del mítico Thanos del universo Marvel cuyo discurso sobre la necesidad de matar a media humanidad fue popularizado a través de las películas Avengers Infinity Wars y Endgame,  el Sars-CoV-2  parece haber llegado para instaurar un nuevo «balance perfecto» en una tierra que ya no estaría soportando la depredación y la irresponsabilidad humana. La idea de una mutación planetaria admite lecturas tanto utópicas como distópicas y puede leerse de al menos tres maneras: como regeneración en clave ecologista/panenteísta, como castigo en clave teísta de un dios personal  o, como cambio social radical, desde un marco más sociopolítico y menos religioso.

En los grupos de Facebook de practicantes de religiones afro-brasileñas en Argentina muy temprano apareció la idea de que la pandemia se podría deber a que el orixá regente durante el 2020 (según el batuque, la modalidad afro-riograndense que se practica aquí) es Xapaná, la deidad de las enfermedades. Las discusiones enfatizaban ora su poder para causarlas («no le ofrendamos como debíamos, de ahí su castigo«) ora su poder para curarlas («orixá no enferma, orixá cura«).  En las redes sociales afroumbandistas se hizo bastante popular una versión intermedia, vehiculizada a través de dos fábulas, que señalaban cómo Xapaná producía una «transmutación» necesaria para nuestro planeta:

«Hay un hombre cubierto de paja, pasando por nuestros hogares demostrando que no hay nivel económico que alcance (…) La madre naturaleza lo estaba esperando..! Ella necesitaba curarse de la pandemia más grande que es la raza humana. Los animales festejan, las aguas están claras, el aire se está desintoxicando, el hombre está con miedo (…) Xapana empezó a danzar desparramando para cada uno lo que merecemos.»

Las interpretaciones de estas fábulas oscilaban entre una lectura en clave ecologista y otra en clave más «abrahámica», según la cual Xapaná -cual dios colérico del Antiguo Testamento- «castigaba» a quienes actuaron mal, ya sea individual o colectivamente.

La visión abrahámica de la pandemia como castigo divino que, previsiblemente, encontró defensores entre grupos fundamentalistas cristianos y ortodoxos judíos en diversos países, no tuvo entre los evangélicos argentinos demasiada repercusión –probablemente por la fuerte y temprana intervención del gobierno argentino en el tema, que desincentivó otras explicaciones que no fueran la biomédica, haciéndolas aparecer como socialmente irresponsables. Una diputada «provida», sin embargo, no perdió la oportunidad de sugerir que la pandemia era un castigo divino por  la predisposición enunciada por el gobierno para sancionar medidas pro-aborto legal y gratuito:

«Quisieron legalizar la muerte y la muerte vino a visitarlos… el virus no afecta a niños y tuvieron que suspender la ley de asesinato gratuito y seguro… casualidad?» (twitter de la diputada por Santa Fe, Amalia Granata)

La idea de una tierra que necesitaba regenerarse se transmitió también de manera menos explícitamente ligada a lo religioso en redes sociales a través de los numerosos fakes que exageran o directamente inventan la «vuelta» de los animales a distintas ciudades alrededor del mundo. Apareció también en discusiones en grupos facebook de tarot, y  figuró también en un video viralizado de una vidente española que habría predicho la pandemia en diciembre:

«Habrá un antes y un después porque la tierra va a hacer una reestructuración y nos va a poner en nuestro sitio (…) la tierra necesita 40 días de descanso, el mundo entero porque hemos destrozado el planeta, va a bajar la polución y los mares estarán muchos más limpios” (….) “El universo lo tiene todo planificado y cuando ve el egoísmo de las personas, que no respetamos a la madre naturaleza ni a los animales ni al oxígeno que respiramos, nos va a castigar. Va a decir ‘no puedo más, en 2020 os voy a parar 40 días’. (…) Va a haber un antes y un después de esto. El mundo entero va a ser un año donde todas las almas nos vamos a unir (….)» (Nube de María, guía espiritual).

Numerosos medios de comunicación discutieron el caso, y aunque se probó que el video no había sido emitido en diciembre como se pretendió,  el mensaje de catastrofismo ecologista le dio credibilidad y difusión masiva a la «predicción».

En una variante más apocalíptica que utópica, las creencias milenaristas se hicieron patentes en otra fake news, ahora de una profecía adjudicada a Nostradamus, que circuló con un símbolo que el profeta habría dibujado para acompañarla, y que coincidía sorprendentemente con la forma del SARS-Cov-2. La profecía -que luego se probó no estaba entre las suyas- supuestamente hacía referencia a una Roma devastada:

«Y en el año de los gemelos / Surgirá una reina / Desde el Oriente / Que extenderá su plaga / De los seres de la noche / A la Tierra de las siete colinas / Transformando en polvo / a los Hombres del crepúsculo / Para culminar en la sombra de la ruindad».

El sentimiento apocalíptico también se vio reforzado por los numerosos testimonios y videos que circularon en redes sociales y Youtube sobre «sonidos extraños en el cielo«, que no pocos compararon con un «sonar de trompetas«.

Last but not least, una fuente nada desdeñable de profecías (cuasi?) apocalípticas provinieron de un sector más letrado y prestigioso, el de los «falsos profetas de la pospandemia» como los denominó el sociólogo argentino Silvio Waisborg. Son los sociólogos, filósofos o intelectuales de renombre que pronosticaron cambios sociales radicales que sobrevendrán como consecuencia de la pandemia.

Como han puesto en evidencia los críticos de algunas de las intervenciones compiladas en el libro «Sopa de Wuhan«, la información disponible es aún insuficiente para postular mutaciones radicales en las sociedades o en los actuales sistemas de producción. Hoy, predecir resulta aventurado y un oficio no muy distinto al de los profetas apocalípticos.

* La expresión «vida fuera de balance» remite a la película Koyanisqaatsi  (palabra que quiere decir precisamente eso en idioma Hopi) que se hizo popular durante los 80s y que mostraba impactantes escenas de cómo la tecnología y la vida industrial afectaban al individuo y al planeta.

Este texto formó parte de los debates (que aún continúan) publicados en el Boletim Cientistas Sociais e Coronavirus editado por cuatro asociaciones científicas brasileras y una del Mercosur: Associação Nacional de Pós-Graduação em Ciências Sociais (ANPOCS), la Sociedade Brasileira de Sociologia (SBS), la Associação Brasileira de Antropologia (ABA), la Associação Brasileira de Ciência Política (ABCP) y la Associação dos Cientistas Sociais da Religião do Mercosul (ACSRM). El original apareció aquí

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Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
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