La religión según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina

Informe sobre creencias, autoadscripción y práctica religiosa en Argentina     por Ana Lourdes Suárez (UCA/CONICET) y Juan Martín López Fidanza (UCA)

El objetivo de este breve informe es analizar aspectos del campo religioso argentino actual, y sus cambios en los últimos ocho años. Se ahonda en aspectos vinculados a la creencia, la autoadscripción y la práctica religiosa. El análisis se efectúa recurriendo a los datos generados por la Encuesta que realiza anualmente el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (EDSA). Esta Encuesta incorporó preguntas vinculadas a lo religioso en sus relevamientos del 2011, 2013 y 2018. En el informe se comparan estos datos con los de otros relevamientos efectuados en los últimos años. Nos referimos a los realizados por el CEIL/CONICET (2008 y 2019) “Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina” ; a los de la encuesta Mundial de Valores (en sus 6 relevamientos entre 1984 y el 2017 correspondientes a su “Capítulo Argentino”); y a una realizada por la Consultora Voices! que fue de público conocimiento a fines de 2019.

El propósito del escrito es doble: por un lado, visibilizar los datos provistos por el ODSA en las discusiones sobre el campo religioso argentino. La sobrada robustez del ODSA amerita que los datos que provee sobre cambios de la sociedad argentina en aspectos vinculados a sus creencias, adscripción y práctica religiosa, sean analizados e incorporados a la discusión pública sobre el tema. El segundo propósito es la comparación con otros relevamientos de datos sobre el tema, especialmente aquellos que tienen mayor visibilidad en el espacio público, como sucedió el año pasado con los provistos por el CEIL/CONICET. La incorporación de los datos del ODSA en la discusión pública habilita interpretar mejor los procesos en este campo, evitando “canonizar” una única fuente de datos.

Las estadísticas muestran tendencias, en ningún caso pueden tomarse como reflejo “exacto” de la realidad. Proveen datos que se aproximan a ella en el marco de muchas limitaciones y supuestos que los responsables de producirlos no siempre exponen a la hora de difundir los datos.

Creemos, en síntesis, que sumar más datos que permiten una aproximación a cómo los argentinos creen y practican su fe, enriquece el conocimiento sobre el tema. Son datos que permiten análisis y reflexiones desde diversas disciplinas y, mejor aún, lecturas interdisciplinarias.

Breve presentación de los aspectos considerados en los relevamientos

La EDSA del ODSA incorporó aspectos tendientes a describir la situación religiosa de la población argentina en sus relevamientos del 2011, 2013 y 2018. En los tres casos se hicieron las siguientes tres preguntas: a. ¿Cree en Dios?; b. ¿Cuál es su religión?; y c. ¿Con qué frecuencia asiste a servicios religiosos de su culto sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social? En el 2011 se incorporaron otras preguntas tendientes a captar la autopercepción sobre la práctica religiosa, sobre participación religiosa y sobre devociones; preguntas que no se replicaron en los relevamientos posteriores.

Al trabajar con resultados de estudios cuantitativos nunca está de más recordar los límites de esta vía para el conocimiento de los fenómenos religiosos. No existe ninguna dimensión ni indicador que por sí solo de cuenta de lo que es identificarse con una religión y menos aún de lo que comporta ser una persona religiosa. Ambos aspectos son difíciles de observar y cualquier aproximación siempre implica un recorte. En la práctica se ha convertido en algo convencional en las investigaciones sobre religión centrarse en tres aspectos del involucramiento religioso: creencias, prácticas y afiliación/identidad/adscripción. Estas tres dimensiones han tendido a concebirse como las fundamentales ya que se asume que representan la distinción entre el interior (creencias, conocimiento y aceptación de la doctrina, conexión afectiva) y el comportamiento (participación en servicios, la devoción privada y la actividad comunitaria).

Antes de analizar los resultados, nos parece importante hacer algunas breves referencias sobre los supuestos detrás de estas variables. Comencemos con el indicador de creencia en Dios, como una primera aproximación al declararse vinculado a lo religioso. La afirmación de creencia en un ser Supremo (Dios en la tradición cristiana imperante) está muy extendida en nuestro territorio en estudio. Diversos sondeos recientes coinciden en que entre 8 y 9 de cada 10 personas afirma creer en Dios. Dicha afirmación supone dimensiones que deben explicitarse. Implica una apertura a una alteridad, al menos en un sentido “nocional”: significa sostener la ‘verdad’ del postulado “Dios existe”. Pero no puede deducirse de esto un compromiso de la persona ni un curso de acción. La afirmación de creencia puede implicar una segunda dimensión, experiencial: una relación de confianza / entrega a un “alguien”. Sería el gozne que articula un conjunto de convicciones que darían sentido y coherencia a la experiencia subjetiva de los creyentes. Solo esta segunda dimensión de la creencia en Dios, que supone de modo lógico la dimensión nocional, implica un compromiso religioso que se reflejaría en prácticas que lo visibilicen. La pregunta por la creencia en Dios es una aproximación a la primera dimensión, pero no a la segunda.

Autoadscripción religiosa. En los textos académicos se suele utilizar de modo casi indistinto los términos de afiliación religiosa autoadscripción o pertenencia religiosa. Si bien en cada caso hay matices en el significado, con estos conceptos se suele referir a la religión declarada. La misma aporta una información que debe ser interpretada como una identidad social: categoría de persona adjudicada a un individuo mediante mecanismos de autoatribución y atribución por otros. Se debe evitar la falacia ecológica de proyectar sobre el respondente conclusiones acerca de sus creencias, prácticas, compromiso o vivencias simplemente a la luz de la religión a la que se declara pertenecer. Por otro lado, debe evitarse la ilusión de homogeneidad respecto de las creencias y prácticas religiosas de cada grupo. Este indicador mide una autoadscripción a un universo religioso que tiene algún tipo de vínculo -más o menos laxo- con una institución religiosa. Pero, en las sociedades occidentales atravesadas por procesos de secularización, los sentidos religiosos no son producidos únicamente por estas organizaciones, sino que habitualmente provienen de múltiples instituciones inclusive de algunas que no son específicamente religiosas. Se debe ser debidamente cauto a la hora de interpretar datos de afiliación religiosa, evitando imputarles a los datos ciertos sentidos que por ellos solos no pueden dar.

Asistencia al culto /práctica religiosa. La pertenencia a una comunidad creyente se expresa en prácticas individuales o comunitarias de diversos tipos, sean rituales, oraciones, promesas, peregrinaciones, novenas, lectura de libros sagrados, u otros tantos. De entre estas muy variadas prácticas, en los estudios con datos agregados se suele escoger a la asistencia al culto como indicador del grado de compromiso de las personas con su fe y con la institución religiosa de pertenencia. Esta operación tiene múltiples supuestos y es ciertamente pasible de discusión. Pero a falta de otro indicador sintético de práctica, es muy habitual que los estudios estadísticos sobre temáticas religiosas recurran a este, particularmente buscando medir la frecuencia semanal de dicha práctica. En las religiones cristianas con mayor incidencia en Argentina y en la región, la asistencia al culto en el fin de semana es un imperativo de los ministros para con sus fieles, por lo que se vuelve un indicador de “cumplimiento”. Es decir, se plantea una asociación entre la frecuencia de atención al culto y el grado de compromiso. No debe dejar de señalarse que los resultados a esta pregunta suelen tener valores más elevados que los que podrían corroborarse empíricamente de medirse la asistencia real al culto. ¿Por qué? Pareciera que la gente tiende a exagerar su concurrencia estos servicios. La explicación a este hecho se encontraría en que la gente responde en función de un sentimiento subjetivo de regularidad (lo que supone debería ser su participación), que es más bien una conciencia de lo esperado. Por este motivo, se debe interpretar con cuidado este ítem, y más con un sentido comparativo entre grupos que como valor absoluto que refiere a un compromiso. Concebir a la práctica religiosa más allá de la institucionalidad religiosa –o sea más allá de expresar un cumplimiento y un compromiso con lo establecido institucionalmente- abre este aspecto a un abanico de dimensiones que podrían dar cuenta de la variedad de formas en que las personas se vinculan con lo sagrado: la manera en que mantienen activas sus creencias; los rituales por los que sus devociones y vivencias religiosas se conservan, se alimentan y se significan. Adentrarse en manifestaciones corporales, afectivas, sensitivas de la fe, requiere ir más allá del paquete conceptual y metodológico que habitualmente se utiliza para “medir” las expresiones de fe. Tienden a estar desprovistas de ítems que ahonden en expresiones de ‘religión vivida’.

Análisis de los datos del ODSA en los relevamientos del 2011, 2013 y 2018

El porcentaje de población argentina que manifiesta creer en Dios ronda el 90%. El valor se ha mantenido estable entre el 2011 y el 2018. Si bien podría estar indicando una tendencia a la baja, la diferencia porcentual de casi 2 puntos entre ambos años alcanza un valor demasiado pequeño para poderlo afirmar. Llama la atención la diferencia con el relevamiento realizado por el CEIL/CONICET en 2019 en el que, al consultar sobre diversas creencias, el 82% de los encuestados declara creer en Dios, descendiendo desde el 91% registrado en 2008. De hecho, la Encuesta Mundial de Valores (2017) registra un 92,4% para este ítem (valor que prácticamente no se ha modificado en los 30 años que lleva realizándose esta encuesta).

La autoadscripción religiosa al catolicismo alcanza los mayores porcentajes entre los diversos grupos religiosos. En el 2011 el 74,2% de la población así lo manifestó. Se trata de un valor que también se ha mantenido relativamente estable entre el 2011 y el 2018. En este último año, el 72,8% de la población contestó que se identifica como católica. Esta cifra pone en cuestión el marcado descenso registrado por la encuesta llevada adelante por el CEIL/CONICET, desde el 76,5% registrado en 2008 al 62,9% de 2019. El estudio realizado por la consultora Voices! a fines de 2019 registró un 66% de adscripción al catolicismo. La mirada más prudente llevaría a sostener que se experimenta un leve pero sostenido decrecimiento en la autoafiliación al catolicismo, de modo regular desde mediados de 1980 según la progresión que ilustra la Encuesta Mundial de Valores:

Recuérdese que en los últimos dos censos nacionales que consultaron acerca de la adscripción religiosa, el catolicismo registraba autoafiliaciones por encima del 90% (1947: 93,6%; 1960: 90,1%). La interpretación de este descenso debe ser cuidadosa: no refiere necesariamente a lo que en términos pastorales se denomina ‘católicos prácticos’, sino mas bien a un catolicismo cultural (o lo que en Ciencias Sociales denominamos identidad social). Se trata de una tendencia lenta pero sostenida, pese a pequeños hitos que puedan acelerarla (como podría ser el caso del debate sobre el aborto, especialmente entre las mujeres de menor edad).

En 2018, el 13,2% de la población declaró identificarse con una religión cristiana no católica. Esta denominación incluye de modo ampliamente mayoritario a los pentecostales y neopentecostales, en una proporción mucho menor a otras denominaciones evangélicas (bautistas, algunos pocos protestantes históricos, entre otros grupos menores), a unos muy escasos cristianos ortodoxos, pero también a paracristianos como los adventistas, los Testigos de Jehová y los mormones (quienes sumados representan casi el 1% de la muestra). Se trata de un porcentaje que en el 2011 alcanzaba al 10% de la población. El incremento de 3% en los últimos 7 años es posible que esté indicando una tendencia al alza que solo con relevamientos posteriores en el tiempo, podrá corroborarse. Esta misma tendencia se percibe en el referido estudio de 2019 del CEIL/CONICET, pero con guarismos más altos: los cristianos no católicos serían en 16,7% (13% pentecostales, 1,3% otros evangélicos y 1,4% los paracristianos). Registran un alza de más del 5% respecto de los datos de su relevamiento de 2008, cuando los cristianos no católicos eran un 11,1% (pentecostales, 7,9%; otros evangélicos, 1,1%; paracristianos, 2,1%).

La adscripción a religiones no cristianas es muy baja (1%); situación que no parece haberse modificado en esta década. Este fenómeno es percibido también en los otros estudios referidos, registrándose un 1,2% de otras religiones por parte de la encuesta del CEIL/CONICET (tanto en 2008 como en 2019) como el relevamiento de Voices! (2%).

Aquellos que manifiestan no adscribir a ninguna religión (ya sea porque se declaran ateos o agnósticos o bien porque no se sienten parte de ninguna comunidad o institución religiosa) alcanzaron valores relativamente similares en los relevamientos del 2011, 2013 y 2018. Alcanzan un porcentaje que osciló entre un 13% (2018) y un 16,2% (2013) de la población. Los otros estudios registran valores más elevados. El CEIL/CONICET registró un 18,9% de “sin religión” ( sin adscripción, 9.7%; ateo, 6.0%; agnóstico, 3.2%), lo que representa un aumento de casi 8% respecto de 2008 (11,3%). La Encuesta Mundial de Valores, informa una cifra más baja: 17,3%. El estudio de Voices!, por su parte, comunica un valor particularmente alto: 22% de personas “sin pertenencia ”. Las personas sin adscripción religiosa ( nones en la jerga anglosajona) representan un fenómeno en aumento en las sociedades occidentales según diversos estudios internacionales. La práctica religiosa, medida en términos de la frecuencia de asistencia al culto, tampoco parece haber tenido variaciones importantes entre el 2011 y el 2018. En este último año un 15,1% manifestó asistir semanalmente a su culto, 13,5% dijo hacerlo con una frecuencia mensual, el 26,9% manifestó que lo hace una vez al año, y el 44,5% que nunca asiste. Estos últimos, los que nunca asisten, registran un leve crecimiento respecto al 2011, que tal vez esté indicando una tendencia. Los valores informados por el estudio del CEIL/CONICET son muy similares (al menos una vez a la semana, 17,4%; una o dos veces al mes, 9.6%; sólo en ocasiones especiales, 43.3%; nunca, 29,7%), a excepción de los que nunca asisten. La Encuesta Mundial de Valores brinda valores demasiado elevados a nuestro juicio (al menos una vez a la semana: 22,3%; alguna vez al mes, 13,8%; en ocasiones especiales, 15,9%; nunca, 24,8%).

En síntesis, los datos presentados en base la EDSA indican cierta estabilidad en los indicadores de creencia en Dios, pertenencia y práctica religiosa, en contrapunto con otros estudios (principalmente el del CEIL/CONICET) que sugieren cambios más importantes, particularmente con un decrecimiento del catolicismo. Es probable que haya una tendencia al incremento de las adscripciones a religiones cristianas no católicas; y también es probable que la práctica religiosa esté disminuyendo. Se trata de tendencias que deberán confirmarse con el monitoreo de estos aspectos a lo largo de los próximos años.

  • En la muestra del ODSA el AMBA comprende a la Ciudad de Buenos Aires y al Conurbano Bonaerense; NOA comprende Tucumán, Salta y La Rioja (no incluye a Catamarca, Jujuy y Santiago del Estero); NEA comprende a Chaco, Entre Ríos y Corrientes (no incluye a Formosa); Cuyo comprende a Mendoza y San Juan (no incluye a San Luis); Pampeana incluye a prov. de Buenos Aires -excluido el Conurbano que está en la región AMBA-, Santa Fe y Córdoba; Patagonia: Neuquén, Chubut y Tierra del Fuego (no incluye a Río Negro y Santa Cruz). En cada una de las provincias mencionadas la muestra incluye al menos a una ciudad)

La relativa estabilidad en las cifras informadas por los datos de la EDSA a la que referimos en el apartado anterior corresponde a los promedios nacionales de las variables estudiadas. Es necesario profundizar las variaciones por regiones que pueden ser invisibilizadas en el promedio. Esta desagregación es posible de hacer con solvencia gracias a la amplitud de la base de encuestados que tiene esta encuesta de la UCA.

En el presente (2018), el porcentaje de creencia en Dios registra su valor más alto en la región del NEA (95,6%), y los valores más bajos se observan en las regiones del AMBA (86,6%) y Pampeana (86,9%). Es también en la región del NEA, junto con la del NOA, donde se dan los mayores porcentajes de católicos (82,3% y 82% respectivamente). En la Patagonia descienden al 62,3%. A su vez es también en la Patagonia donde los cristianos no católicos asumen su mayor valor (25%), distanciándose fuertemente del resto de las regiones. Las otras religiones no cristianas tienen una muy baja incidencia en todas las regiones del país. Finalmente, la no pertenencia a religión alguna tiende a asumir valores similares al promedio en todas las regiones, aunque con valores levemente más bajos en las regiones del NOA (8,3%) y del NEA (5,9%). De la frecuencia de asistencia al culto, se destacan los elevados porcentajes (cercanos al 50%) que asume la no asistencia en las regiones del AMBA, Cuyo, Pampeana y la Patagonia, frente al NEA y el NOA que informan la mitad de estos valores.

Al igual que para el total del país, la comparación entre el 2011 y el 2018 no muestra cambios significativos. Cabe destacar las variaciones registradas en la Patagonia, donde aumentan fuertemente los cristianos no católicos y disminuyen significativamente los que declaran no tener religión alguna; y donde también aumenta significativamente la no asistencia al culto. Se observa asimismo un leve descenso del catolicismo en el NOA, y en el CUYO (en ambos casos inferiores al 7%), y un leve aumento de 4 puntos porcentuales de no católicos en el AMBA. También debe señalarse el incremento de quienes declaran no asistir nunca al culto en el en NOA (9%), Cuyo (18%), Pampeana (10%), Patagonia (12%).

A modo de conclusión

En el cierre de este breve informe, nos centramos en lo que los datos analizados dicen respecto a los cambios en las creencias, en las identidades religiosas y en las prácticas. Pareciera que estos aspectos de la sociedad argentina se direccionan hacia una disminución de aquellos que se identifican como católicos paralelamente a aumentos entre los cristianos no católicos y quienes no quieren ser vinculados con ninguna institución religiosa (no necesariamente no creyentes). La asistencia al culto tendría una disminución más leve, centrada principalmente en el aumento de quienes no asisten nunca. Estos cambios son indicativos de tendencias, que, sin embargo, deben analizase con cautela. Deben ser monitoreados a lo largo del tiempo antes de afirmar la existencia de cambios importantes, o más bien antes de afirmar la magnitud de estos.

Los datos del ODSA, tal como se evidencia en el informe, se suman a lo que desde otras fuentes se viene analizando. Creemos que la robustez de la EDSA, el tamaño de su muestra (mayor al de los otros relevamientos), el importante grado de desagregación que permite, refuerzan la iniciativa que propiciamos ambos responsables del informe, de sumar este relevamiento a un monitoreo periódico del campo religioso argentino.

Informe elaborado como parte de las actividades del «Programa: Condiciones de Vida y Religión» del Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales (IICS- UCA/CONICET) – julio 2020.

La versión pdf de este informe se puede bajar de aquí.

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Ana Lourdes Suárez y Juan M. L. Fidanza

Ana Lourdes Suárez y Juan M. L. Fidanza

Ana Lourdes Suárez es Ph.D en Sociología (Universidad de California San Diego) y Doctora en Antropología (FFyL, UBA). Investigadora del CONICET con sede en el Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina. Juan M. López Fidanza es Magíster en Sociología (UCA), Coordinador del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales, UCA, Unidad Asociada al CONICET y Director de la Maestría en Sociología de la UCA.
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