¿En serio el próximo presidente argentino puede ser evangélico?

por María Pilar García Bossio (IICS-UCA/CONICET)

La primera vez que presencié a alguien hablando en lenguas no fue en un culto, ni en un estadio lleno de fieles orando con su pastor. Fue en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, el 31 de octubre de 2017. Una mujer oraba de pie, visiblemente emocionada, mientras pastores de diferentes denominaciones —del protestantismo histórico al pentecostalismo y al neopentecostalismo— bendecían a los legisladores. La fecha, que conmemoraba la Reforma de Martín Lutero, marcaba la creación del Día de las Iglesias Evangélicas en la provincia.
El gobierno de centroderecha Cambiemos buscaba, en ese momento, estrechar vínculos con iglesias evangélicas de fuerte presencia social en el conurbano. El episodio pasó casi desapercibido, pero la relación de la entonces gobernadora María Eugenia Vidal con ese sector comenzaba a llamar la atención de medios de comunicación progresistas.

Ocho años después, en octubre de 2025, otra bendición tendría mucha más repercusión (en los medios y entre algunos pastores). Nuevamente con motivo del Día de las Iglesias Evangélicas (que a nivel nacional se conmemora por ley a partir de 2024), el presidente Javier Milei recibió a representantes de ACIERA (Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina) en Casa Rosada. La federación reúne a gran parte de las iglesias pentecostales y neopentecostales del país. Vale la pena recordar que federaciones como ACIERA son una forma de organización logística y representación pública, pero no teológica. La afiliación no implica uniformidad doctrinal ni política.

Un gesto que repercute

ACIERA difundió el encuentro celebrándolo en las redes como un hito histórico:
“Por primera vez en la historia, pastores representantes de miles de iglesias en todo el país se reunieron en la sede del Ejecutivo Nacional para orar por la Nación, elevando peticiones por la economía, la justicia, la educación, la lucha contra el narcotráfico, las iglesias y las autoridades” (Facebook ACIERA, 3/11/2025).

La foto que ganó más circulación, sin embargo, no fue de la propia ACIERA, sino una publicada por el gobierno y replicada por el diario La Nación (4/11/2025). En ella, pastores aparecen bendiciendo a autoridades, entre ellas Karina Milei, hermana del presidente y autodeclarada tarotista, lo cual tensiona con  expectativas más tradicionales del campo evangélico.

El gesto no es aislado: expresa una línea de continuidad (a veces más visible, a veces más discreta) en la que presidentes argentinos, sobre todo desde el retorno democrático, se han reunido con pastores evangélicos, frecuentemente a través de ACIERA. Y no solo presidentes: en las últimas elecciones presidenciales, candidatos también visitaron la sede de ACIERA. Concurrieron Patricia Bullrich (que, tras perder, se alió al partido gobernante La Libertad Avanza) y Sergio Massa, candidato peronista y entonces ministro de Economía. En esa ocasión Milei no fue.

Javier Milei con Franklin Graham (noviembre de 2025)

 

De Tommy Hicks a los Graham: una genealogía de líderes y presidentes

La reciente visita de Franklin Graham reavivó debates sobre influencia externa y conservadurismo religioso. El pastor norteamericano, cercano a Donald Trump y crítico del aborto y de la homosexualidad, realizó dos eventos en el Estadio de Vélez en Buenos Aires y se reunió con Milei.

La trayectoria de su familia ayuda a iluminar el pasado. Billy Graham, su padre y célebre pastor evangélico, visitó la Argentina por primera vez en 1962. Recibido por el presidente de facto José María Guido, tuvo resistencias más del interior del mundo evangélico local y de la prensa secular que del catolicismo, entonces hegemónico. Volvería en 1991, aunque, en ese caso, no hay registro de un encuentro formal con el entonces presidente Carlos Menem.

Pero ninguna genealogía puede ignorar el evento pionero de estos diálogos, la recepción de Perón al pastor Tommy Hicks en 1954. En medio de conflictos con el catolicismo, Perón abrió las puertas a otros líderes religiosos y dispuso el Estadio de Atlanta para la campaña pentecostal. El episodio dejó, como describe Marcos Carbonelli, una “huella mnémica” que vinculó, a lo largo de décadas, a partes del pentecostalismo con el peronismo.

Juan Domingo Perón con Tommy Hicks (1954)

 

¿Qué revelan estos episodios?

Las iglesias evangélicas integran el paisaje religioso argentino. Esto parece obvio, pero la sorpresa con que los medios reaccionan ante ciertos eventos indica que este hecho suele olvidarse.

Como cualquier grupo social relevante, los evangélicos participan de la vida política: votan, militan, construyen alianzas. Y lo hacen de manera plural, a veces contradictoria. ACIERA es el actor más visible, pero está lejos de ser monolítico. Al mismo tiempo, las iglesias protestantes históricas —en general más progresistas, mayormente organizadas en la FAIE (Federación Argentina de Iglesias Evangélicas)— reivindican para sí el uso del término “evangélico” e insisten en no ser vistas de manera uniforme con otras asociaciones, mientras desarrollan otras formas de compromiso público.

¿Estamos sobreestimando el “efecto evangélico”?

En su columna en el blog Religião em Debate, Marcos Carbonelli argumentó que el poder religioso en América Latina es más limitado y complejo de lo que aparenta. A partir de esto, propongo una hipótesis arriesgada: la centralidad atribuida al “efecto evangélico” puede, en parte, ser una profecía autocumplida.
Muchas veces proyectamos el “efecto Bolsonaro” del caso brasilero sobre toda la región latinoamericana (que ni siquiera alcanza para explicar a Brasil, como escribimos con Pablo Semán), sobredimensionando, quizás, la fuerza política evangélica al reproducir solo sus momentos de mayor visibilidad.

Al mismo tiempo, estamos frente a una serie de cambios estructurales: la incertidumbre económica global, la aceleración de las nuevas tecnologías y las crisis de los sistemas de trabajo y de jubilación impulsan un retorno a posiciones morales conservadoras. En el campo religioso, el catolicismo pierde hegemonía, las iglesias evangélicas ganan espacio público y crecen los “sin religión”. Esto favorece alianzas conservadoras inéditas entre sectores católicos y evangélicos.
El resultado es un escenario nuevo en forma, pero no necesariamente en contenido, en el que las militancias digitales amplifican voces antes periféricas. Comprender el largo entrelazamiento histórico entre evangélicos y Estado en la Argentina nos permite relativizar la “novedad” del poder religioso y entender cómo discursos religiosos son movilizados por proyectos políticos a menudo desprovistos de una narrativa propia más sólida.

Pequeños gestos, grandes simbolismos

Si algo conecta a Perón y a Milei en su relación con los evangélicos, es el reconocimiento: ambos hicieron gestos simbólicos, pero significativos, al incluir a actores hasta entonces invisibilizados, muchas veces no por prejuicio abierto, sino por desconocimiento.
La madurez política del campo evangélico argentino está precisamente en su diversidad interna: múltiples voces, no siempre convergentes, que buscan ocupar espacios públicos y construir formas propias de participación, aunque no sean las que esperamos.

En un país donde, históricamente, el presidente debe concurrir en cada fiesta patria a escuchar al arzobispo católico bendecir la nación, no es extraño que otros líderes religiosos también quieran dar su bendición.

La invitación de esta columna es a no subestimar ni sobreestimar el acontecimiento y entenderlo como lo que es: un actor social que busca legitimarse y ser legitimado por el Estado. Según cómo lo interpretemos, eso podrá impulsar o debilitar la idea de un poder religioso aún no comprobado.

Sobre la candidatura de Dante Gebel

por Marcos Carbonelli (UNAJ/CONICET)

Uno de los temas de la semana política en argentina fue la promoción de la candidatura del pastor  Dante Gebel a la presidencia en 2027.  Impulsado por sectores de la periferia peronista, su nombre circuló a velocidades inéditas, por redes y medios de comunicación variopintos.

En el país “donde todo es posible” y “si ganó Milei, puede ganar cualquiera,” comparto algunas idea para contribuir a la conversación

    • La hipótesis del antídoto: esta candidatura (muy preliminar) responde a la búsqueda de algunos sectores opositores de un outsider «propio» para contrarrestar a Milei, «el outsider» victorioso.
    • Carisma y ficha limpia: estos serian los recursos que cotizan en la figura de Gebel. un auténtico profesional de la palabra, gran manejo escénico, discurso claro y convincente, sin escándalos detrás. mucho para la política de hoy
    • Voto evangélico: una vez más, la hipótesis de fondo (de los impulsores, de los que sueñan y quizás del propio Gebel) es que un pastor de su talla sería capaz de traccionar la voluntad electoral de la grey evangélica de manera automática. pero en argentina no hay evidencia empírica solida sobre esta posibilidad.
    • Riesgo: De concretarse, a Gebel le exigirán opinión profesional sobre temas diversos, examinarán sus alianzas, otros pastores lo criticarán o tendrán que pronunciarse. un desgaste propio de los menesteres de la política que no son fáciles de sortear y/o procesar para aquel que lo tiene.

  • Diversidad 1:  más allá de los resultados y sus chances, la idea de un pastor candidato opositor a Milei erosiona la idea de lo evangélico como un espacio social monolítico, coordinado, todo ultraderecha.
  • Diversidad 2:  En un país donde son el 15 por ciento de la población total (quizás un poco más), resulta hasta esperable que emerjan políticos evangélicos con diferentes pensamiento, así como han surgido, surgen y surgirán políticos católicos, judíos, etc.
  • Cantera:  en sintonía con el rol histórico de la Iglesia Católica las iglesias evangélicas en argentina se consolidan como espacios que «producen» personas interesadas en lo público, pero no actúan como corporaciones, con un poder tal de que coordinar acciones a los fines de imponer sus visiones, cual teocracia. en otras palabras….
  • La acción colectiva evangélica brilla por su ausencia: lo evangélico en la política abarca desde Pitu Salvatierra hasta dina Rezinovsky, asi como lo católico en política comprende desde Juan Grabois hasta victoria Villarruel, pasando por Julián Domínguez y María Migliore.

El texto de María Pilar García Bossio fue publicado originalmente en portugués en el blog Religião em Debate. El de Marcos Carbonelli, en Linkedin Pulse

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María Pilar García Bossio y Marcos Carbonelli

María Pilar García Bossio y Marcos Carbonelli

María Pilar García Bossio es Investigadora en el IICS-UCA/CONICET y Profesora en la Universidad Torcuato Di Tella. Marcos Carbonelli es Investigador Independiente en CONICET y Profesor titular en la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
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