Crónicas Cariocas (4): «Eles confundem tudo salvo a cor da nossa pele»

por Alejandro Frigerio (FLACSO y CONICET)

Los caminos que llevan de los aeropuertos a las ciudades suelen ser una buena oportunidad para comenzar a familiarizarse con el nuevo país si es una nueva visita, o para ver cambios o confirmar recuerdos si es una repetición. Aunque usualmente estos trayectos son algo desolados, de todas maneras me gusta escudriñar la naturaleza, las casas, todo tipo de construcciones y las personas que puedan verse a los costados del camino en busca de pistas de qué puede prometer la ciudad a la que me dirijo -y anticipar las muchas maneras que hay de habitarla.

Esta vez, retornando por cuarta o quinta vez a Río -donde siempre estuve por estancias cortas, usualmente por algún congreso- lo primero que me llamó (y poderosamente) la atención fue esta breve pero contundente frase con la que comienzo el posteo, garabateada en una pared al costado de la ruta. No era un graffiti grande, creo que sólo lo ví porque suelo estar atento a estos mensajes anónimos y porque el taxi que nos llevaba estaba parado por el tránsito. No tuve tiempo de sacarle una foto, aunque después de verlo sí decidí llevar mi camarita viajera en la mano.

Era una crítica social perfecta: breve pero redactada de manera de ser, a la vez, muy amplia y muy específica. La especificidad era, claro, relativa al racismo. Sin embargo tanto el «eles» como el «tudo» desdibujaban a la vez que amplificaban la crítica: ¿quiénes eran «eles»? ¿Los blancos, las élites, la policía, los medios, todos ellos y más? Y el «tudo» que «confundían» llevaba la crítica más allá del racismo hacia lo social en general, quizás hacia la ecología y aún hacia la ontología. No pude evitar contraponer esta condena de la  «confusión» de «eles» con otras críticas hacia el capitalismo contemporáneo como el Buen Vivir de algunos pueblos originarios (generalmente andinos) o el Vivir Sabroso propugnado por movimientos sociales afrodescendientes

El segundo graffiti, que llamó mi atención ya mayor y repetido en varios trechos del camino -y esta vez fotografiado aunque precariamente porque nuestro coche ya avanzaba raudo por la ruta- fue el anuncio de los servicios de una mae de santo. Esta venta obvia de servicios «mágicos», por parte de una practicante que se pretendía religiosa podría, en otro momento, haber sido considerada negativamente (aunque claro que la exclusión entre ambos términos, magia y religión, y el desagrado por la «intromisión» de un tercero, el dinero, es más una muestra de nuestros prejuicios académicos que otra cosa). En la actualidad, sin embargo, cuando los practicantes de religiones afro sufren el fuerte embate de algunas (y no pocas) iglesias evangélicas, de narcotraficantes que declaran tener esa fe y los expulsan de sus barrios, todo en un contexto en que varios de los principales funcionarios estatales locales han manifestado y actuado en base a su fuerte convicción católica o evangélica, la publicidad de la mae Viviana en la ruta que lleva y trae del aeropuerto era una fuerte señal de la continuada presencia de estas religiones perseguidas. Así como el primer graffiti visibilizaba la presencia negra y era señal de una clara lucha antirracista, este otro manifestaba que la cultura religiosa de origen negro también subsistía y resistía en la ciudad.

Ya entrando en Río, pasamos por el famoso (y controversial) sambódromo, y apreciamos otras manifestaciones quizás más sutiles de la presencia de cultura y religiosidad afro: una empresa de ómnibus que lleva el nombre de Jurema, y una escuela municipal que homenajeaba a Tia Ciata, la más famosa e importante de las varias «tías» bahianas -generalmente iniciadas en candomblé- que, llegadas en las últimas décadas del siglo XIX, cumplieron un rol importante en el desarrollo de la cultura negra local. Tia Ciata, proveniente de Santo Amaro, había sido iniciada en candomblé por el legendario Bamboxê Obitikô (un yoruba esclavizado y luego liberto), fue iyakekeré de un importante terreiro de candomblé en Río y su casa se considera uno de los lugares de nacimiento del samba, ya que allí se reunían a tocar los primeros músicos de este género en un tiempo en que las manifestaciones culturales negras eran perseguidas. Fue reconfortante ver, apenas llegados a la ciudad, que su nombre se recordaba y patrimonializaba en un establecimiento educativo.

(Nota: Los links insertados llevan a textos relevantes: uno a un artículo interesantísimo de Lisa Earl Castillo que cuenta la histora transnacional de Bamboxê Obitikô y otro a un libro sobre Tia Ciata y la «Pequeña Africa» de Río de Janeiro)

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Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
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