ABC de «la Umbanda» en Argentina

Ale Umb1-1-vertPublicado originalmente en la revista Ñ  del sábado 20 de septiembre de 2014.

Pese a que es una religión con casi cincuenta años en el país y es practicada en todo el territorio nacional por una cantidad cada vez mayor de ciudadanos argentinos,  «la Umbanda» despierta ahora más recelo que hace veinte o treinta años atrás. Esto resulta revelador, más que de la práctica religiosa, de las maneras en que en la sociedad argentina, pese a treinta años de democracia, se sigue construyendo y  procesando socialmente al diferente , en este caso religioso pero también de clase.

La existencia actual de religiones de origen afro en el país se debe a su introducción desde Brasil (y en menor medida desde Montevideo) a mediados de la década de 1960. Los primeros templos fueron abiertos por ciudadanos argentinos y algunos inmigrantes uruguayos que en periplos iniciáticos que unían Buenos Aires con Porto Alegre y con Montevideo inauguraron una especie de Mercosur religioso y cultural mucho antes que el oficial. La práctica creció lentamente durante los setentas – perseguida, como otros comportamientos  considerados desviantes por la dictadura militar- y floreció con el regreso de la democracia. Finalizando los noventa y llegado el nuevo siglo, lo que era principalmente (aunque no solamente) una práctica religiosa de clases medias y medias-bajas, localizada en el municipios del norte y del oeste del Gran Buenos Aires, se expandió por todo el conurbano, y hacia sectores socio-económicos más bajos.  También llegó a las principales ciudades de las provincias.

Las religiones afrobrasileras resultan de la mezcla disímil de cuatro elementos: las religiones africanas, el catolicismo luso-ibérico, el espiritismo europeo de Allan Kardec  y, en menor medida, las religiones amerindias. En Argentina y Uruguay son mayoría las provenientes del sur de Brasil: el Batuque (también llamado Nación o Africanismo), que mantiene más elementos africanos, y la Umbanda y la Quimbanda, con mayor influencia espiritista. Pocos templos locales cultivan el Candomblé de Bahia, y varios más están comenzando a practicar variantes afrocubanas como la Santería o Regla de Ocha y el Palo Mayombe. Otros, en busca de variantes más «puras», se vuelcan crecientemente a Africa (Nigeria) en busca de lo que denominan Religión Africana Tradicional.  Así, lo que para la sociedad argentina es «la Umbanda», para los practicantes es un conglomerado de prácticas de las que participan de manera desigual. Buena parte de los templos presentes en el país, sin embargo, realizan a la vez Batuque, Umbanda y Quimbanda, en espacios rituales diferentes y/o en horarios y días diferentes.

100_2660Los practicantes de «la religión» (como ellos la denominan) son, al contrario de lo que se suele creer, monoteístas. Simplificando lo que es un universo complejo y diverso de creencias, podemos señalar que ven en Olodumare a un dios que crea el universo y luego se desentiende del mismo – lejano e indiferente a los humanos y su mundo.  Los orixás,  formas y fuerzas de la naturaleza, son entonces quienes pasan a controlarlo: Iemanjá (mar), Oxum (aguas dulces), Oxossi (floresta), Xangó (relámpago), Oiá (vientos), Ogun (hierro), Exú (fuego), Oxalá (aire), entre otros. Los orixás sirven como principios clasificadores de todo lo que existe: habitualmente rigen o se relacionan también con una actividad cultural humana, una parte del cuerpo, con animales que les pertenecen, comidas que les son propias, colores y días de las semana en que se los cultúa.

Esencial para comprender estas religiones y sus aspectos más controvertidos es la noción de axé o energía espiritual. Todo lo que existe lo hace porque tiene axé. Los orixás lo pierden actuando para el beneficio de los hombres, y estos deben restituírselo apelando a ofrendas que contienen esta fuerza espiritual. La sangre es uno de los elementos que más axé posee (aunque no es el único), por ello las ofrendas de animales son muy importantes en todas las variantes más «africanas» de estas religiones (la Umbanda, por sus raíces espiritistas, no la utiliza). Cada orixá tiene su animal correspondiente, a veces determinado por su color o sexo, pero siempre es una especie de granja. Las ofrendas son muy específicas: ofrecer el animal incorrecto es inútil y hasta blasfemo. Siempre se busca que no sufra: es un medio de comunicación sagrado con las potencias espirituales y como tal debe ser tratado. Por ello son ridículas las acusaciones de asesinatos rituales: estas religiones buscan siempre el bien de los seres humanos y no su sufrimiento. Los animales ofrendados  son cocinados y luego distribuidos, junto con otras comidas consagradas, entre los asistentes a las fiestas.

La relación entre los hombres y los orixás es estrecha: todos somos hijos de alguno de ellos, y compartimos de manera general sus características físicas y sicológicas. Los orixás funcionan de manera similar a los signos del Zodíaco: los hijos de determinado orixá serán tercos y persistentes, los de otros u otras serán guerreros, seductores, hedonistas o apolíneos. Algunas personas – llamadas por el oráculo a ser iniciados ritualmente- pueden manifestarlos en su propio cuerpo en trances durante fiestas religiosas.  Tras ser invocados mediante cánticos y tambores, los orixás bailan a través de sus hijos y traen bendiciones a todos los presentes.

DSC_0297La influencia espiritista hace que también sean importantes los «guías espirituales», seres ontológicamente intermedios entre los orixás y los hombres : espíritus «desencarnados» (fallecidos), que llegan a los cuerpos de los médiums para brindar consejos y ayuda a los asistentes a las «sesiones» (semanales, quincenales o mensuales) de Umbanda o de Quimbanda). A diferencia del espiritismo más clásico, en las religiones afrobrasileras «reciben» espíritus antiguos, que se ubican dentro de  «líneas» que corresponden a tipos étnicos y sociales brasileros: los caboclos (indios), los pretos velhos (negros viejos) y ahora también los africanos, bahianos y ciganos (gitanos). En las ceremonias de Quimbanda «llegan» los Exús y Pombas Giras, espiritus masculinos y femeninos más cercanos a los hombres y mujeres y que gustan de bailar, cantar y divertirse. Se cree que algunos viven en los cruces de caminos, y otros en los cementerios -de allí las ofrendas que a veces se encuentran en estos lugares.

Las religiones afrobrasileras son eso, religiones: no son «ritos» ni «rituales»: postulan una cosmovisión, un elaborado panteón de seres espirituales de distinto tipo y nivel con el cual relacionarse, y maneras muy específicas de hacerlo. Parte del atractivo de los pais y maes de santo (líderes masculinos y femeninos de templos) radica en que concentran en su persona funciones que en las tradiciones mágicas y religiosas de la Argentina han estado separadas: son a la vez sacerdotes, adivinos y sanadores. Atienden al bienestar síquico y físico de sus seguidores (intentando no contravenir las leyes vigentes al respecto), pueden consultar al oráculo para ver qué problemas del pasado, presente y futuro aquejan a sus consultantes -o éstos pueden averiguarlos en las sesiones, de boca de los propios guías espirituales.

Las creencias propuestas por las religiones de origen afrobrasilero  resuenan fuertemente con postulados básicos de la religiosidad popular local. Creen que las dimensiones físicas, síquicas, espirituales y morales del bienestar están entrelazadas y deben ser atendidas en conjunto,  y proponen la continua intervención de seres y fuerzas espirituales o suprahumanas en la vida cotidiana moderna, proporcionando múltiples maneras de propiciarlas o manipularlas. A la vez, en la última década o más, parte de su lógica cultural también ha influenciado a la religiosidad popular local, algo que se puede apreciar en la hipertrofia de ofrendas materiales que se ve actualmente en los altares del Gauchito Gil o de San La Muerte.

DSC_0303Religiones ahora más populares que nunca, practicadas cada vez más en espacios exiguos que se confunden con los domésticos,  se ven afectadas por los problemas que afligen a nuestra sociedad: violencia de género, doméstica, o asesinatos. Buena parte de esta asociación es mediática: la «portación de imágenes», como la «portación de rostro», son fenómenos de discriminación social, cultural, y en este caso religiosa, muy significativos y aún poco comprendidos en nuestro país. La «pista umbanda» tan mencionada mediática y policialmente suele no tener ningún asidero -y su persecución un derroche de recursos escasos-  pero produce un chivo expiatorio que permite eludir responsabilidades múltiples ante diversos problemas sociales irresueltos. Nada en su sistema de creencias incita al delito; las religiones populares apenas acompañan las frecuentemente apabullantes condiciones sociales en que viven miles de nuestros connacionales y los dramas que protagonizan.

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Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
Publicado en Ensayos.

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