Cómo Santa Claus se robó la Navidad…

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Casi al fin de diciembre, y en un país «mayormente católico», buena parte de los argentinos nos preparamos para festejar nuestra mayor fiesta religiosa, dedicándonos a tareas que luego atribuiremos a la agencia de un ser mítico que llega, como llegará el Mesías, «como ladrón en la noche». Sabemos, aunque no siempre de manera conciente, que la compra de regalos (casi compulsiva en algunos casos, penosa y sacrificada en otros) sobre la que se fundará buena parte de la communitas navideña nos pre(ocupa) más que la reflexión o el gozo que debería suscitar, según  la religión dominante, el día del nacimiento de nuestra deidad encarnada. Santa Claus y el árbol navideño se constituyen en los símbolos dominantes del momento, opacando en mucho al antiguo pesebre y al desprotegido pero hierofántico niño Jesús. Sin ánimos de entrar en disputas acerca de ortodoxias religiosas, para entender mejor la religión vivida de los argentinos -las prácticas y símbolos que efectivamente encarnan o rigen nuestras relaciones con lo sagrado- es necesario reconocer que nuestras prácticas mayoritarias reales van en contra de lo propuesto por los especialistas religiosos y que éstas se han ido constituyendo con la injerencia de múltiples géneros seculares que las han modelado aún más que la tradición religiosa que legos y especialistas reivindican.

1863 Thomas Nast Santa BWSanta en dibujo de Thomas Nast – 1863 (1881 según algunos)

En un muy reciente e informativo texto de difusión, Felipe Pigna reseña el desarrollo de la imagen de Santa Claus a partir de la figura original del obispo San Nicolás,  con sus posteriores y múltiples transformaciones  ya sea por reinterpretaciones religiosas, migraciones o, a partir de la segunda mitad del siglo XIX,  la contribución de obras literarias, los medios de comunicación, ilustraciones gráficas y hasta la propaganda comercial.  Brindo aquí un  breve resumen, a partir de su artículo y otros ensayos, y proveo de links a fuentes (literarias y pictográficas) originales:

Nast santa y niños-horzSanta en dibujos de Thomas Nast, circa 1864

(San) Nicolás fue  obispo de Myra, en la actual Turquía, en el siglo IV. Según sus hagiógrafos, pertenecía a una familia acaudalada, y donó su riqueza a los necesitados. Combatió  las antiguas religiones griegas y participó del Concilio de Nicea, defendiendo el dogma de la divinidad de Cristo. Su generosidad y defensa de la fe católica, y los milagros que luego se le atribuyen hicieron que su culto floreciera luego de su fallecimiento.  Cuando los musulmanes conquistaron Turquía sus reliquias fueron llevadas a la ciudad de Bari, en Italia y a partir de allí fue conocido como San Nicolás de Bari. La devoción a su persona recibió un renovado impulso a partir de esta nueva ubicación y  llegó a ser sumamente popular en toda Europa (es patrono de Rusia, Grecia y Turquía). A partir del siglo XIII, probablemente por los relatos de su generosidad original, se difundió la tradición de que San Nicolás repartía regalos a los niños en cada aniversario de su fallecimiento (primeros días de diciembre).

1931 Santa original mesmoSanta original de Haddon Sundblum para Coca Cola, 1931

En Holanda, y ya en el siglo XVII, San Nicolás apareció vestido de obispo, con barba blanca montando en un burrito blanco y acompañado de su ayudante Zwarte Piet (Pedro el Negro), que  lleva una bolsa llena de golosinas para repartir entre los niños el día de su fiesta, el 6 de diciembre. La emigración holandesa hacia Nueva Amsterdam (ciudad que luego será conocida como Nueva York) lleva la tradición de San Nicolás a America. Allí, su nombre holandés Sinterklaas es anglicizado y termina conocido  como Santa Claus. En 1809 el escritor Washington Irving publica “Historias de Nueva York” e inicia la imagen moderna de San Nicolás: en el relato, éste llega en un caballo volador con una bolsa de regalos para repartir por las chimeneas de las casas de los niños buenos. Pocos años después, en 1823, el poema “Una visita de San Nicolás”, escrito por el pastor protestante Clement C. Moore la consolida, con un cambio importante: ubica su llegada la noche del 24 (y no el 25, como proponía Irving). El poema es reproducido innumerables veces; años más tarde es musicalizado  y grabado por diversos cantantes. Así es que inspira a los dibujantes  responsables por nuestra nuestra visión actual de Santa Claus: Thomas Nast y Haddon Sundblum.

Sundblom-Coke-1959Santa de Haddon Sundblum para Coca Cola, 1959

Comenzando en 1863 y hasta 1886, Thomas Nast realiza varios dibujos de Santa Claus para la revista Harper’s Weekly. Las imágenes son parecidas a las actuales aunque al comienzo tienen una cierta cualidad élfica y el personaje no parece tan bonachón como el posterior de Sundblum. Nast se inspiraba en el San Nicolás de su herencia alemana, al que añade otras tradiciones del mismo origen, como los elfos y un trineo tirado por ciervos. También enfatiza el uso de chimeneas y la fábrica de juguetes en el Polo Norte, las cartas de los niños y la lista de los que se portaron bien y los que no. En 1931 Haddon Sundblum comienza a dibujarlo para los avisos de Coca Cola (tarea que realiza durante más de tres décadas)  y termina de redondear nuestra imagen actual: bonachón, rechoncho, rodeado de regalos y de niños. La propia compañía de gaseosas reivindica actualmente con orgullo el rol de su dibujante en la constitución y difusión de este mito moderno que opaca, en una semana clave del año, a la deidad cristiana que declaramos cultuar.

gg y santa

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Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
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