Entrevista a Pablo Semán sobre Evangélicos y Política

Por Enrique de la Calle, para Agencia Paco Urondo

APU: Escribió un artículo en la revista Crisis sobre el evangelismo (sobre los pentecostales, en realidad), tema sobre el que se habla mucho pero no siempre con rigurosidad. ¿Qué puede decirnos sobre los pentecostales? ¿Qué pasa con ellos en Argentina?

Pablo Semán: En primer lugar, hablaría de los evangélicos y no del evangelismo. El evangelismo es una función dentro de los grupos evangélicos. Los grupos evangélicos tienen una larga historia, provienen de la reforma protestante, en el 1500. Hay oleadas importantes de formación de grupos evangélicos en 1500, en 1700 y en el final de 1800. Todos esos grupos tienen en común el entender que la transmisión del cristianismo ocurre a partir de la Biblia y no de una institución jerarquizada (la iglesia católica) o de la santa tradición de la Iglesia Católica. Para la fe evangélica, cada cristiano puede enfrentarse directamente a la Biblia y puede tanto reconocer como transmitir su mensaje. En la práctica, todo cristiano puede ser un evangelizador. Dentro de esos grupos están los pentecostales, que son grupos que buscan señales de la gracia (algo que el protestantismo clásico definía como inaccesible). El pentecostés es un hecho bíblico que acontece 50 días después de la resurrección de Jesucristo, y que implica el descenso del Espíritu de Dios y una noción de “actualidad histórica de los dones del Espíritu Santo”. Ese es el modelo de la experiencia de los grupos evangélicos que entre fines del siglo XIX e inicios del XX viven sucesos análogos a los de los hechos bíblicos. Los pentecostales, independientemente de las diferencias que puedan tener entre si, están de acuerdo sobre la actualidad de los dones del espíritu santo. Los pentecostales son actualmente el grupo dominante en el conjunto de los evangélicos, sea en términos demográficos cómo en términos de las nociones que regulan la práctica espiritual.

APU: En el último tiempo se habla mucho sobre la aparición y crecimiento de los grupos evangélicos. En una entrevista hablaba con Néstor Miguez, presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, y él me decía (cito de memoria): «El fenómeno de los grupo evangélicos no es nuevo en el país ni tampoco ha crecido tanto en los últimos años como se cree». En su artículo da cuenta de un crecimiento reciente a partir de un avance sobre las bases tradicionales del catolicismo. ¿Entiendo bien?

PS: Varias cosas. En primer lugar, coincido. El fenómeno no es novedoso y tampoco es la primera vez que se problematiza. Hemos hablado del crecimiento de los grupos evangélicos en los 80, en los 90, en los 2000 y ahora también. Se pudo haber hablado antes, inclusive. Desde 1953, en que se desarrolló una gran campaña evangélica, se vienen haciendo las mismas y equívocas caracterizaciones sobre esos grupos. El fenómeno no empezó ayer, ni antes de ayer. Con respecto al crecimiento de los últimos años, sí me parece muy relevante. Lo hay y de modo consistente. Es un fenómeno muy interesante. La idea de que somos un país católico es un discurso bastante aceptado pero que no da cuenta de todo lo que pasa en Argentina con las creencias religiosas. Hay un porcentaje importante de cristianos que no se reconocen católicos, y es un contingente muy importante, que se agrupa en iglesias y que busca disputarle el espacio público al catolicismo y a distintas corrientes culturales laicistas. Y es importante asumir que no se sabe cuál es el techo de los pentecostales. Ahora habrá que esperar la nueva encuesta del Conicet para ver qué ha pasado con ellos, cuanto crecieron en los últimos años .

APU: La encuesta a la que hace referencia es el atlas de las creencias religiosas en Argentina, que se publicó en 2008 (se realizó unos años antes). En las próximas semanas se va a presentar una nueva versión actualizada. Según el relevamieno de 2008, los evangélicos suman el 9% de la población del país. Es un número inferior a lo que ocurre en Chile o Brasil, con porcentajes que rondan el 15%. Según esa encuesta, el 76% de los argentinos se define católico: en 1960, lo hacía el 90%. En su artículo en Crisis da cuenta que parte del crecimiento de los evangélicos se da sobre las bases tradicionales del catolicisimo. ¿El liderazgo del Papa Francisco puede revertir esa situación?

PS: Sobre lo último: es una locura pensar que algo así pueda pasar pueda pasar en tan poco tiempo. El papado no puede revertir en un lustro una tendencia que tiene más de 100 años de duración. No se puede pensar el campo religioso con analogía al campo político y a sus velocidades. Los cambios en el campo religioso no ocurren como resultado de una hipotética elección en la que cada cuatro años se establece quien manda en el campo religioso y asume el poder de gobernarlo. Mientras, el pentecostalismo crece por cuestiones teológicas, como la universalidad del sacerdocio y la creencia en los dones del espíritu santo que le permiten dos ventajas en relación al catolicismo. Por un lado, conecta mejor con una religiosidad popular que cree en el milagro en tanto esa idea de actualidad de los dones del espíritu santo conecta con la idea del milagro, como categoría cotidiana y explicativa de la vida. Y la universalidad del sacerdocio tiene el valor de un un principio logístico que hace que en cualquier barrio, de cualquier ciudad de América Latina, los sacerdotes católicos lleguen desde afuera mientras los pastores pentecostales salen desde adentro de esos barrios. Es una religión muy arraigada en la comunidad. Están ahí a esta altura “desde siempre”. Al catolicismo le haría falta cambiar teológica y litúrgicamente para poder competir en ese plano con los grupos evangélicos. No es un problema de la orientación del Papa, más allá de que Bergoglio entiende y valora la religiosidad popular. Pero hay que recordar algo: los teólogos de la liberación de los años 70 decían que la religiosidad popular era ingenua, tenían una mirada muy despectiva sobre ella. Esa estructura de pensamiento no cambió mucho, más allá de que Bergoglio tiene una mirada muy interesante sobre la piedad y la sensibilidad popular. Pero eso no se materializa en la estructura de la iglesia católica de una forma tan veloz como para revertir una tendencia que lleva ya más de 100 años.

APU: Paso al plano ideológico – político. Una mirada clásica sobre los grupos evangélicos indica que son grupos de derecha, muy conservadores. Ese debate se renovó ahora en torno a un supuesto apoyo masivo a la candidatura de Bolsonaro en Brasil, por ejemplo. En la entrevista que comentaba con el pastor Míguez, él pedía matizar esa lectura con la siguiente reflexión (vuelvo a citar de memoria): «En primer lugar no es cierto que todo evangélico sea reaccionario, y por otro, cuidado con decir que todos los evangélicos son de derecha porque van a terminar empujándolos a la derecha». ¿Coincide?

PS: Coincido con lo último pero diría algunas cosas. Como la izquierda no tiene la menor sensibilidad para la cuestión religiosa, compra o vende la idea de un Cristo como primer comunista o primer revolucionario. Andá a decirle a un cristiano eso a ver qué opina. A veces da risa escuchar a a sectores de izquierda, incluso de origen cristiano, pero influidos por una ideología secularista, tratando de disputar la imagen del “verdadero Cristo”. Quieren decir quién es el verdadero Cristo generando una tradición inverosímil que lo asemeja al Che Guevara. El “verdadero Cristo” para la parte de los cristianos que se hace evangélica es más parecido al Cristo de Scorsese si es por “actualizar los imaginarios”. En esa lógica, se ve a los evangélicos como grupos de derecha. Hay una imposibilidad absoluta por comprender al otro, por acordar posiciones. También es cierto que existe un movimiento de derechización amplio y muy extendido que va más allá de lo religioso (que incluye a los partidos políticos, por ejemplo). Por último, no creo que todos los evangélicos sean de derecha, ni menos que lo sean naturalmente, pero también considero que el proceso de desarrollo y consolidación de los grupos evangélicos se está dando en concomitancia temporal con este proceso de derechización de la sociedad. Si a eso le sumás que la izquierda es incapaz de dialogar con ellos, aumenta la probabilidad de la articulación entre los evangélicos y la derecha. Por último, coincido con Míguez de que históricamente la posición de los evangélicos no era de derecha. Hoy, los evangélicos son muy conservadores en lo que hace a la sexualidad o a la familia. Eso no era así hace 20 años, donde podías dialogar mucho mejor con los evangélicos, incluso con los pentecostales, sobre la situación de las mujeres o el uso del preservativo, que con los católicos.

APU: Esa falta de diálogo entre izquierda o progresismo y grupos evangélicos se profundiza hoy con los debates en torno a las cuestiones de género.

PS: En la medida que para la izquierda se transformó en una cuestión central el feminismo, y no hago juicio de valor al respecto, esa incompatibilidad con los evangélicos se torna más fuerte, justo ahora que esos grupos son muchos. Esa es una coyuntura histórica específica y consagra una división en la representación popular. No por casualidad CFK dijo que quería a todos los pañuelos en su fuerza política.

APU: ¿Y qué pasa con el peronismo?

PS: Cambiemos entendió que se hace política con los sujetos sociales concretos y en ese marco, ve que puede articular con grupos evangélicos. Por eso creo que va a haber iniciativas en común. También es cierto que hay muchos peronistas que también saben eso y conocen qué pasa en sus barrios. Pienso en los intendentes que conocen a estos grupos de toda la vida. Van a tender puentes con los evangélicos. Pasa que es difícil hablar de un peronismo, hay muchos peronismos, más allá de que vayan unidos en una lista. Hay que ver qué peronismo se conecta con los evangélicos. Los distintos peronismos tienen diferentes articulaciones posibles con los evangélicos.

APU: Vuelvo a la agenda de género: ¿Hay posibilidades de diálogo entre posiciones más progresistas y los grupos evangélicos?

PS: El crecimiento de la agenda de género en ciertas formaciones políticas acentuó las incompatibilidades con la mayor parte de los evangélicos. Sin embargo, creo que no es una situación definitiva. Para mi, sigue siendo un obstáculo estructural el desprecio de parte de la izquierda sobre la religión en general. Si vieran el fenómeno religioso desde otro lugar, de mayor cercanía, podrían tener otro diálogo con los evangélicos, incluso en materia de género y salud reproductiva. Se podría conversar mucho más y se podrían acercar posiciones. Mucha gente se desayuna de que existen grupos evangélicos una vez cada 5 años. Así es difícil dialogar con un otro al que no se reconoce. Y además se descubre que esos grupos están en lugares (en los barrios más pobres, por ejemplo) donde la militancia de izquierda o las fuerzas nacionales y populares dicen estar o deberían estar pero no parecen estar como para ver esto que sucede.

Publicada originalmente en la web de Agencia Paco Urondo

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