«El Reino», otra caricatura sobre los evangélicos

por Alejandro Frigerio (FLACSO/UCA-CONICET)

Previsiblemente, la serie de Netflix «El Reino» caricaturiza y estigmatiza a los evangélicos. No sorprende, claro, dada la larga historia de estigmatización de minorías religiosas que tienen las series producidas en Argentina, especialmente desde que un pánico moral sobre la peligrosidad de las «sectas» afectó al país a comienzos de 1990 (ver análisis de múltiples ejemplos mayormente olvidados aquí).  Los  estereotipos que transmite  «El Reino» no son originales, ni fruto del prejuicio de una sola persona o grupo de ellas (guionistas, director, productores) sino  reflejan más bien la imagen que ciertos sectores sociales argentinos tienen sobre los evangélicos.

Como prueba de ello, recordemos que hace relativamente poco (2018)  otros productos culturales locales ya habían retratado a pastores como los villanos a combatir. Tanto en la película «Román», como en la exitosa serie «El Lobista», Carlos Portaluppi  y Darío Grandinetti interpretaron a pastores que, con variable grado de cinismo y maldad también hicieron de su empresa religiosa una absolutamente comercial que podía llevarlos a cometer todo tipo de crímenes e incluso hasta asesinatos.

Trailer de la película «Román» (2018)

«El Reino» no hace más que confirmar esta mirada, y continuar alimentando y acrecentando los prejuicios de sectores sociales «ilustrados» y secularizados para quienes cualquier reivindicación de la posibilidad de milagros de sanidad o de prosperidad -o aún su deseo- son síntomas de deshonestidad o de psicopatologías (o ambas). Periodistas de distintos medios de comunicación, autores de libros de ensayo, de ficción o de «investigación»  y guionistas de series y películas parecen tener, de manera general, graves dificultades para comprender cosmovisiones religiosas encantadas que consideran que el mundo espiritual puede intervenir en el mundo material -y que la salud física, psicológica espiritual y hasta social están íntimamente interligadas. El problema real en este caso no sería la dificultad para comprenderlas, sino su continua descalificación.

Una de las cosas que más llama la atención en El Reino es la manifiesta ignorancia sobre el fenómeno religioso que se pretende estar, de alguna manera, «describiendo» (aunque sea ficcionalmente).  El protagonista principal, o uno de los dos principales, es un pastor «evangelista» y buena parte de la trama involucra a su iglesia, a su familia y círculo cercano  y a sus fieles. No caben dudas de que se está hablando de personas que pertenecen al colectivo social de los «evangelistas» (denominación que ya revela ignorancia, porque la correcta es «evangélicos»). Sin embargo gran parte de la simbología, rezos y prácticas religiosas que se muestran no corresponden con las de ese universo social. La centralidad y omnipresencia de la cruz (gigante, en el techo de la iglesia y en el salón, en muchos pechos de los fieles), la forma de hablar acerca de Jesús, de rezar, la música, casi todas las prácticas religiosas mostradas revelan más bien un catolicismo «intenso» imaginado por los guionistas que celebraciones evangélicas. La inexactitud, comprensible en una obra de ficción, es menos problemática que la chatura de la práctica religiosa caricaturizada, que banaliza,  estupidiza y casi zombifica a los fieles que se limitan meramente a responder casi automática e irreflexivamente las exhortaciones de los pastores -la serie los muestra como un verdadero rebaño de ovejas manipulado fácilmente por líderes corruptos.

Trailer de la miniserie «El Lobista» (2018)

Obviamente más ofensivo para los miles y miles de fieles que siguen a pastores argentinos de escasos recursos y nobles intenciones es  mostrar que la práctica religiosa del pastor y su familia oculta en realidad el ansia de enriquecimiento (de los impulsos «amorosos» que se le atribuyen al pastor mejor ni hablar, para no spoilear). Lo que podría diferenciar a esta serie de las anteriores protagonizadas por pastores es que muestra a una mayor variedad de motivaciones y compromisos en el grupo de creyentes que forma el círculo interno (familiar y de asistentes) que rodea al pastor. Aún así predomina una visión mayormente negativa sobre todos ellos ya que, con mayores o menores dudas, para casi todos el fin (la Iglesia) justifica los medios (acumular dinero en negro, ocultar perjuicios ocasionados a terceros, etc).

Trailer de la miniserie «El Reino»

Por todo esto, «El Reino» es otro buen ejemplo, para quienes estudiamos religiones en Argentina de cómo la industria cultural interviene en el «campo religioso» y de cómo no es productivo visualizarlas como esferas separadas que sólo ocasional o excepcionalmente entran en contacto. La industria cultural no sólo resignifica y difunde prácticas y valores religiosos sino que también ayuda a la regulación social de las religiones, creando y reforzando estereotipos, invisibilizando, estigmatizando o criminalizando expresiones religiosas vernáculas.

La serie y las repercusiones negativas del comunicado posterior de ACIERA (que personalizaba una crítica que debía ser sistémica) muestra también que en una época en que se valora la reivindicación de identidades minoritarias de todo tipo (de género, racialidad, etnicidad), la reivindicación de las identificaciones religiosas, por el contrario, continúa siendo evaluada negativamente. Las identificaciones religiosas son consideradas mayormente antimodernas y exclusiva e inevitablemente «antiderechos»,  ignorando el complejo, multifacético y no pocas veces contradictorio rol que las iglesias evangélicas juegan en la vida de sus fieles , haciendo mucho más que inculcarles valores «conservadores» acerca de la familia. El tenor del debate posterior también muestra cómo un determinado y específico modelo (católico secularizado) de lo religioso y de su lugar en una sociedad moderna se ha tornado normativo aún para quienes se consideran «no religiosos» y continúa coloreando los prejuicios de quienes se perciben como progresistas.

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Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
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