Cómo Leopoldo Marechal se hizo evangélico

Mare0 Ciudadela mistica1-1El Hermano Pedro
por Carlos Velazco (trecho de su libro La Ciudadela Mística: El Hermano Pedro en la vida y en la obra de Leopoldo Marechal)

Yo vivía en Ciudadela Norte, y todos los días pasaba con mi moto, en viaje hacia la Capital, frente a la iglesia del hermano Pedro. Me sorprendía por las noches percibir sobre la arquitectura del edificio una inquietante luminosidad y una extraña sensación que me incitaba a dilucidar el enigma. Decidí parar, y entré en el templo cuando los hermanos estaban en oración. Lo que vi me dejó confundido y pasmado. Todos hablando en lenguas y recibiendo profecías que tenían que ver con su actividad apostólica. Fue así como conocí al hermano Pedro.

Cuando hablé de él con Marechal habían transcurrido unos cinco años desde que había dejado de pasar con mi moto frente a su iglesia por haberme mudado a la Capital, pero su recuerdo perduraba aún imborrable en mi corazón. Digo esto para desmentir las versiones que me endosan la adopción del credo evangélico, cuando solo fue la simpatía y la admiración lo que me relacionaron con el hermano Pedro y sus hermanos.

Mare0 Ciudadela mistica1Elbia, en Mi vida con Marechal, cuenta que en mi primer acercamiento al poeta, con la intención de entrevistarlo, éste se negó rotundamente. Según dicho relato Marechal me recibió en su casa y justificó la negativa en su preocupación por la enfermedad de Elbia, ante lo cual yo le habría hablado de un pastor evangélico que predicaba el bautismo en el espíritu santo, etc. No fue así.

La escena es más enigmática y no tiene el viso convencional y didáctico que ella bien intencionadamente me atribuye.

Ese día la charla fue informal y acaparó el tiempo que ambos nos habíamos fijado previamente para la entrevista periodística, que se concretó al poco tiempo. Pero en aquella ocasión, corno es de imaginar ante alguien a quien apenas se conoce, Marechal no habló de sus problemas íntimos sino de literatura y —sin ningún resentimiento— del ostracismo en que vivía por razones políticas. Después del reportaje seguí visitando a los Marechal como amigo. Iba, como habíamos concertado, todos los martes. Llegaba a su departamento de Rivadavia al 3000 a las ocho de la noche y me quedaba con ellos hasta las ocho de la mañana, en lo que él definió como «nuestras veladas poético metafísico gastronómicas», según reza en la dedicatoria de uno de sus libros; en otro, La rosa en la balanza, todavía puedo leer junto a su firma: «A las cinco de la mañana y sereno». Durante todo ese tiempo, y a pesar de la amistad que nos unía, nunca escuché de Marechal ninguna referencia a la enfermedad de Elbia, como ella cita en su libro, enfermedad que los obligaba a permanecer en vela toda la noche. Incansable, Elbia nos atendía con café, yogur casero que ella preparaba, y todo sazonado con el vino tinto riojano de damajuana.

La larga charla nocturna era siempre amena y alegre, pero Marechal, una noche, mientras Elbia estaba en la cocina, me abrió su corazón y me confió sus tribulaciones. ¿Por qué en ese momento y qué fue lo que lo animó a descubrirme algo tan íntimo y que había ocultado durante tanto tiempo? Es un misterio, como también lo es que yo, al escucharlo y ver su rostro entristecido, le conté:

Mare4-1-Leopoldo, me ocurre algo extraño. Al oírlo se me apareció la imagen de una persona que conocí hace algunos años. Un pastor evangélico de Ciudadela… Era el hermano Pedro. Y se lo describí.

Marechal, sin poder contenerse, exclamó:

 -Ese es el hombre que estoy buscando. Se me aparece a mi también en visión. ¿Podemos ir a verlo?

Le aclaré que no sabía nada de él desde hacía algunos años, pero que iba a ir hasta Ciudadela para cerciorarme. Fui. El hermano Pedro entró así en la vida y la obra de Leopoldo Marechal.

He aquí el relato de Elbia: «…el milagro se produjo no solo en el orden físico, también en el espiritual. Recuperé totalmente la salud, me entregué al Señor, volví a mis cátedras, a mis actividades literarias, a la vida plena. Un año después, en 1960, mi marido y yo recibíamos el bautismo evangélico.»

No pocos amigos comunes me criticaron por haber sido el causante de la presunta apostasía de Leopoldo, como también lo habían condenado a él, aunque en verdad no haya abjurado de nada, porque permaneció siempre fiel al mismo Cristo, que tan entrañablemente ha celebrado en el Heptamerón.

Mare4-2El encuentro de Leopoldo y Elbia con el hermano Pedro aporta algunas claves que son fundamentales para desentrañar el sentido oculto de El banquete de Severo Arcángelo y de muchos pasajes del Heptamerón y de Megafón o la guerra y de Cuadernos de navegación, obras casi todas contemporáneas o posteriores a su descubrimiento de Ciudadela. Por eso me decido a publicarlo —ahora que los años transcurridos me permiten comprender los hechos en toda su dimensión milagrosa, lo que no se me hizo visible entonces, a pesar de haber vivido la experiencia paso a paso con los esposos Marechal—; lo hago, reitero, porque a pesar de todo lo que me han calumniado, la presencia del hermano Pedro tuvo consecuencias felices en sus vidas y una irradiación original en la obra de Leopoldo. (…)

(pags. 15-17 de La Ciudadela Mística: El Hermano Pedro en la vida y en la obra de Leopoldo Marechal. Buenos Aires: Oficina Municipal de Letras de Tres de Febrero. 2010)

Fotos: Templo del Hermano Pedro, el Hermano Pedro y oraciones pentecostales, del libro La Ciudadela Mística.

Carlos VelazcoCarlos Velazco es escritor, periodista y editor. Como editor, con el sello Ediciones Citerea, imprimió la primera edición de Antígona Vélez, de Leopoldo Marechal, así como de Las tres caras de Venus y la versión definitiva de Descenso y Ascenso del alma por la belleza. Ha obtenido, entre otras distinciones, la Faja de Honor de la SADE, el Premio Publicación del Fondo Nacional de las Artes; el Primer Premio Municipal por obras de ficción, y el segundo Premio Municipal por su libro de poesía El trashumante.

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Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio

Alejandro Frigerio es Doctor en Antropología por la Universidad de California en Los Ángeles. Anteriormente recibió la Licenciatura en Sociología en la Universidad Católica Argentina.
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